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domingo

Siesta en Alto Camet

Esta quietud conocida:

terminó el almuerzo,

limpia y guardada la vajilla

terminan las tareas del mediodía,

hace calor,

el viento cierra de golpe una ventana

y luego todo se calma,

se apacigua el mundo,

se estira la siesta adormilada

por el canto de una paloma

sobre el coro en sordina

de las cotorras del parque,

lejanas.

 

Este vacío tan conocido y tan mío.

Medio día ha transcurrido

de este día

 y ya media vida de mi vida.

Cómo se viene la muerte

tan callando,

cómo se queda durmiendo

en la quietud de la siesta,

ya esperando.