En su novela El señor Presidente (1946) el guatemalteco Miguel Ángel
Asturias cuenta las condiciones y los efectos en la sociedad y en las personas de
vivir bajo un gobierno dictatorial, basada muy probablemente en el gobierno de Manuel Estrada Cabrera, un auténtico modelo de dictador.
Me ha venido a la memoria porque en esa historia se remarcan los personajes
que orbitan alrededor del Presidente, generales, ministros, empresarios, ricos amigotes, variados obsecuentes que lo visitan en
palacio en busca de favores, chupamedias sin necesidad pero con muchos deseos
de serlo, o temerosos del sol enceguecedor que es el tirano. Lo que siempre me acordé de esas descripciones
eran los graves análisis ansiosos al retirarse del palacio presidencial por interpretar qué quiso decir el señor
Presidente cuando dijo tal cosa o qué no
dijo cuando sí dijo tal otra.
Me ha vuelto el recuerdo de ese cotilleo obsesivo de palacio, y por
supuesto que salvando las distancias,
porque en estos tiempos los medios y muchos periodistas gastan minutos, horas
y días, bits, ondas de diverso tipo, pantallas e incluso
papel, contando una y otra vez las estridentes peleas en el “Círculo de hierro”, las disputas
entre la Hermana y el Asesor, el penúltimo rumor, los gritos más nuevos del
señor Presidente, las perspectivas si
los troles se enojan mucho, poquito o al fin, nada, los equilibrios políticos
en las oficinas si pasa o pasara tal
cosa, los que harían el bolsito si pasara tal otra, de dónde llega la
información, qué cara tenía aquél, qué mirada le mandó aquella…
¿Y a nosotros qué?, me dan ganas de tirarles a la cara con una pelota bien
pesada. Me da infinito fastidio la
actual manía de palacio, que escucha, interpreta, analiza las conversaciones,
los diminutos intercambios, el rumor
dicho al oído, esa manía que no inocentemente cuenta incontables y
estúpidas reyertas y arreglos una y otra vez para no contar lo que ocurre fuera
de palacio, y entendiendo que adentro de él, en ese círculo de poder, reside
todo. Sin que ninguna de las interminables roscas signifiquen algo, algún
cambio, para nosotros.