
Es de madrugada. Bien despierto y
sin otra cosa que hacer, el insomnio vigila. El edificio parece dormido detrás
de las puertas pero está tenso y
acechante en los pasillos. Transcurre un silencio y luego, pisos arriba, una puerta se abre y se
cierra. Otro silencio y el ascensor resuena. Los oídos del insomnio se
agudizan. Se oyen caídas de agua, rumores que corren por adentro de las
paredes. Un arrastrar apagado sobre el suelo, algo que cae
sobre un techo, unos murmullos que se amortiguan. Otro silencio. ¿Alguien
llora? Parece que alguien estuviera llorando,
no sé en qué piso, no sé en cuál departamento. Después pasos de despedida por la
escalera, después el silencio de vuelta.
La madrugada se adueña del edificio pero no dejará ninguna memoria
cuando llegue el día.