Ya estamos sobre el fin del año 2012, y el fin del mundo no se ha producido
ni parece que fuera a suceder en los días restantes, aunque es probable que los
que lo anunciaban, basados en distorsiones sobre las creencias mayas, hayan ganado mucho dinero con libros y
películas. Más allá de eso, de que el
fin del mundo no se ha producido, que no es poco considerando los desastres
ambientales, las guerras, las violencias sobre los pueblos y el desaforado consumo
de los que pueden consumir, otro fin de
año se nos acerca.
Se nos acerca, sí. Ya lo tenemos encima. Empezó a acercarse el 1º de enero
del año y lo hizo sin pausa, día tras
día y mes tras mes. Y nosotros pasábamos
las hojas de las agendas, programábamos actividades a días vista, establecimos días de encuentros, de viajes, de
trabajos, de proyectos, y nos parecía tener el control del tiempo, pero
no…Estamos en el fin del año y exclamamos sorprendidos:
- ¡Ohhh! ¡Se fue otro año!
Como si no hubiéramos advertido
que lo gastamos día a día, lo consumimos,
y el año también nos consumió a nosotros. Con su potencia calendaria, nos dice
ahora que estamos un año más vividos. ¡Chin chin!
En los trabajos suceden los
síndromes de fin de año: de pronto, lo que no se hizo o no se pudo hacer en
varios meses debe quedar cerrado, terminado, entregado. Parece de verdad que
desde el 1º de enero del próximo año sucederá un nuevo ciclo del cosmos, a la
manera maya, y no podremos llevar nada de este ciclo, que quedará en otra dimensión. Los jefes
desempolvan viejas tareas que fueron suspendidas y preguntan si están terminadas, y recuerdan que lo que no se
hace o no entra hasta el 31 de diciembre se perderá en el ciclo que
culmina. La gente anda cargada de
actividades de un lado para otro, deseando que el año termine finalmente para dejarlo atrás como a una prenda usada.
De pronto el año pesa, los días vividos
parecen estibados sobre la espalda de cada uno,
y se siente una urgencia de desembarazarse de esa carga y una ilusión de comenzar el año nuevo
livianos, flotantes, sin ataduras. Ilusión calendaria.
Y además hay que organizar fiestas. Hay que organizarlas en los trabajos y
en las familias, y compartirlas con los queridos y con los que no. Hay que
compartir el fin del año como si se tratara de una pequeña catástrofe de fin de
los tiempos, para conjurarlo, y hay que soltar burbujas, fuegos artificiales, abrazos, regalos, saludos con gentes diversas, para
recibir al nuevo, una fecha cero que dará paso al inicio de otro año.
Otro año, que transcurrirá día tras día, sin pausa, hasta que digamos
cuando el que aún no ha llegado esté por finalizar:
-¡Ohhh! ¡Se fue otro año!
 |
Calendario maya |