Esta quietud conocida:
terminó el
almuerzo,
limpia y guardada
la vajilla
terminan las tareas
del mediodía,
hace calor,
el viento cierra de
golpe una ventana
y luego todo se
calma,
se apacigua el
mundo,
se estira la siesta
adormilada
por el canto de una
paloma
sobre el coro en
sordina
de las cotorras del
parque,
lejanas.
Este vacío tan
conocido y tan mío.
Medio día ha
transcurrido
de este día
y ya media vida de mi vida.
Cómo se viene la
muerte
tan callando,
cómo se queda
durmiendo
en la quietud de la
siesta,
ya esperando.
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