Observado por la madre que la hijita no me molesta, se vuelve a charlar con la amiga que va parada al lado. Yo me quedo jugando con la beba. Me cerró el pulgar y sin soltarlo ahora jugamos a hacer un balanceo con el dedo y la mano. A izquierda y a derecha, no me lo suelta, cierra con fuerza sus deditos sobre mi pulgar derecho. Con mucha fuerza. Me llama la atención la fuerza que tiene. Parece que el juego del balanceo la divierte, me hace unas sonrisitas muy graciosas. Mientras, me aprieta el dedo cada vez más. ¿De dónde saca tanta fuerza? Ahora deja de sonreír y me clava una mirada…que no parece de bebé. Quiero soltarme porque ya jugamos, ya está bien, y porque me resultan rara esa mirada y la fuerza que tiene.
Detengo el movimiento de la mano y la observo. No me suelta el pulgar y le
brillan los ojos. Creo que se está divirtiendo. Sacudo la mano con fuerza pero
no la libero. Estoy asombrada.
La mamá sigue charlando con la amiga. La beba me aprieta tanto que ahora me
hace doler. ¿Cómo es posible? Levanto mi mano izquierda para retirar la suya
agarrándola de la muñequita regordeta, y entonces me adivina la intención: me
aprieta con todas sus fuerzas, veo atónita cómo tensiona la mano y el bracito,
y hasta la cara. Yo siento agujas en mi dedo tan intensas que casi me hacen
gritar y tan profundas que me llegan al hueso. Y entonces escucho y siento “crack” el hueso del pulgar. Crack.
Y en ese momento la amiga dice “bajamos acá” y la mamá se para con su bebé.
La beba me mira por sobre el hombro de la madre. La mirada le brilla.
A mí me cuelga el
pulgar.
2 comentarios:
Es un demonio. Mejor matarlos de chiquitos...
No sé porqué me recordó a El bebé de Rosamry
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