En el principio era el caos. Así relatan los de Procesos Técnicos de más
antigüedad y hasta la misma jefa de la biblioteca lo reconoce. Era el caos de usos superpuestos
de tesauros y de listas de términos para diferentes fines y de palabras clave desbocadas, sin ningún
control, relaciones genéricas erróneas y
relaciones jerárquicas igualmente
equivocadas.
Muchas veces las cosas del mundo eran nombradas de
forma parecida cuando eran diferentes y
otras muchas, de diferente manera cuando eran
iguales. Bosques de sinónimos
tapaban el árbol de la sabiduría, y nubes de oscuras relaciones semánticas nublaban el cielo. Todos recuerdan, y más que nadie
los de Referencias, cómo se perturbaba
el espíritu de los usuarios cuando nada obtenían de aquellos mundos hostiles y desordenados, y cuánto el de ellos mismos
cuando vacilaban, perdidos, entre asociaciones y términos.
Era el caos hasta que llegó él. Eso era en el principio de su trabajo. Se
sentó a estudiar el catálogo en línea esa primera mañana, y la jefa lo vio
observar el caos. El caos también se
notó observado y se detuvo, dejó de transcurrir, cesaron las palabras. Así les
recuerda la jefa a los demás, cuando él no está, con un ademán de
aplacamiento de las manos. Se hizo silencio, cuenta, y recién entonces advertimos
el parloteo de todas las incontables
palabras de los sistemas que usábamos, el alboroto, la confusión, el universo
desorganizado.
En unos días presentó un plan de trabajo. Una
propuesta clara, que elegía una manera de nombrar y la fundamentaba. Una construcción que él podría
hacer, un tesauro, unas palabras y no otras, ciertas
relaciones, ciertos significados. El catálogo, detenido bajo su mirada, aguardaba expectante.
Así fue que durante un largo tiempo muchas palabras fueron segadas, eliminados sin compasión los errores,
suprimidas sin ninguna vacilación las duplicaciones, y su
verbo restallaba sobre las palabras, y el catálogo se doblegaba. Él hizo surgir
nuevas denominaciones, correr nuevos ríos semánticos, brotar verdes significados. Aclaró lo confuso, cada nombre se posó como
un pétalo sobre cada cosa, y lo ambiguo fue
desambiguado.
Cuando todo fue re-nombrado se hizo luz, y como un mundo recién creado el catálogo se
ofreció generoso a quien lo solicitara. Los referencistas descreían, admirados,
de los buenos resultados que se obtenían
en las búsquedas y se extrañaban de encontrar obras que nunca
habían visto en el fondo bibliográfico. Los usuarios sonreían felices con sus
hallazgos, como si recién encontraran tesoros que habían estado a la
vista de todos, y se complacían con tanta abundancia y prometían volver otro
día para proseguir con las ricas cosechas que les llenaban de materiales las
manos.
Eso fue hace mucho, ahora todos están acostumbrados a esos mundos
ordenados y prolíficos, como si siempre hubieran sido así. Ha pasado el tiempo, otros jóvenes clasificadores y catalogadores
se han incorporado a la biblioteca. El
universo se expande, comenta él con una sonrisa cuando recibe al recién
llegado, como si todo siguiera
simplemente su curso y no fuera él quien lo hubiera alumbrado. Y junto a él lo
lleva por esos caminos que fue marcando,
senderos en donde cualquiera se perdería si no fuera por su agudo discernimiento, enseñándole las curvas y los atajos de los
sistemas, los nombres ocultos y enlazados,
las denominaciones por él establecidas.
Todos quedan
maravillados. Quedan maravillados de una vez para siempre del orden asociativo
y del orden jerárquico, de la cristalina limpieza de las definiciones, de la
precisión de las notas de alcance, del
acierto en la selección de términos, de la
ajustada correspondencia que hay entre el mundo y la palabra en ese catálogo.
Pero ha habido algunos recién llegados que se
han rebelado. Se han rebelado por puro espíritu de rebelión, solo porque no quisieron aceptar los nombres como ya dados. Desconfiaron
de los que él determinó, los cuestionaron, y ansiaron confrontar tesauros y compararon el suyo con otros catálogos. Y desearon inventar, lo más grave de todo. Contra
ésos, es terrible. Contra quien desafía sus denominaciones, contra quien osa
designar de otra manera, contra quien se atreve a dudar de su sistema, se alza
fatal. Los desafiantes no pudieron
sostenerse: una se ocupa ahora como recepcionista y otro terminó en maestranza.
Y desde entonces, desde hace mucho, llega cada mañana alto, flexible y elegante, vestido de saco oscuro en contraste con sus camisas claras. Tiene el pelo entrecano y los ojos
acerados. Es difícil determinar la edad
que tiene porque su piel y su andar
desmienten al pelo, al tiempo que lleva en la biblioteca y a su enorme saber,
que en él parece acumulado.
Y como parece que estaba antes que todos, porque
ahora no hay nadie en la biblioteca que haya presenciado su llegada, se
intrigan por la edad que tendría. Cuando
se la preguntan a la jefa (nadie se lo
preguntaría a él mismo), la jefa sonríe
y no contesta. Algunos dicen que no contesta para que no calculen la edad de
ella, que sí estaba aquella primera mañana. Pero cuando le preguntan a las
chicas de la administración, que tienen
los datos de cada uno en los legajos, ellas toman a broma la pregunta, como si conocer
su edad fuera inconcebible o estuviera
prohibido, y responden riéndose, pero un
poco en serio:
- Es eterno - con un brillo evasivo en la mirada.
5 comentarios:
para compañero de trabajo me daría miedito...
Ah, ja ja, en el principio era el Verbo!
que maravilloso cuento! me encantó
Isabel: tu cuento me parece muy pero muy bueno. Quizá sea por dos motivos,que no recuerdo haberte dicho en el momento en que me "asocié" a éste tu blog: el primero, es porque soy cuentista, o por lo menos, me dedico a ello, y no soy yo quién para decirte si es con éxito o no... y el segundo, es porque yo también soy Bibliotecario... y me parece muy pero muy bueno el texto..
Entre otras cosas, si a vos te parece bien... yo también tengo "Una historia de bibliotecas" en formato de cuento... y si quieres, te lo envío para publicarlo en tu blog...
Atte. Alejandro Abate
Alejandro: aceptado en el acto! mandámelo, y compartamos literatura de bibliotecarios. Y gracias por tu comentario
Publicar un comentario