Al hombre se le había hecho muy
tarde y volvía a su casa desesperanzado de encontrar un colectivo, caminando
por barrios apenas iluminados de tanto en tanto por una lamparita amarilla
colgada de allá arriba. Ya cerca de su casa se cortó la poca luz que había y en la noche sin luna el
barrio quedó como boca de lobo. Tratando
de ubicarse y de buscar referencias conocidas luego de unos momentos de
desconcierto reemprendió la marcha lenta y cuidadosamente.
Iba así, adivinando el suelo paso por paso, cuando se
topó con algo enorme y oscuro, una mole quieta, que lo hizo frenar a un centímetro de
distancia. La mole respiraba. Que
respiraba lo percibió con toda nitidez y que era enorme lo supo porque
oscurecía lo negro y porque la respiración venía desde arriba, desde lo alto.
Se detuvo con todos los sentidos alerta, incluyendo el de la vista que no lo
ayudaba mucho en las circunstancias. Se dio cuenta que la mole era una mujer,
una mujer gordísima, y que estaba sentada, inmóvil. La enorme mujer gorda tenía
aliento pero no desprendía ningún calor y
descansaba, o esperaba, o
acechaba.
Cuando advirtió que la mole tan quieta esperaba o acechaba, de puro curioso estiró la mano derecha para
tocarla. Con precaución, como si pudiera tocarla sin ser él mismo advertido,
rozó con la punta de los dedos la piel de la mujer sentada y al hacerlo recibió
una descarga eléctrica fría, y al mismo tiempo tuvo la visión de lo que ella
estaba mirando. Miraba hacia la casa de un hombre que era panadero y que un
rato después, al encender los hornos en la madrugada, se descompondría del
corazón y moriría de un infarto antes de llegar al hospital.
El hombre comprendió, súbitamente y con espanto,
que la mujer gorda era la muerte y salió
corriendo despavorido. No recuerda cómo llegó a su casa. Y desde entonces le
quedó un ardor en la punta de los dedos de la mano derecha, que durante el día,
para trabajar, lleva vendados. Y a la noche, cuando se saca las vendas para
dormir, apaga la luz para observarlos desprender una suave fosforescencia verde
que ilumina apenas el borde de las sábanas.
IG
4 comentarios:
muy bueno
Lis
impactante relato...como no identificarse con el hombre !
Ah, bueno! Pero, con miedo y todo, contactó con la visión de la "parca". Entonces habrá sabido que esa noche no le tocaba a él; aunque salió disparado, por las dudas.
Christian 1F secundaria 248.
Me encantó esta lectura,ya que mis libros favoritos son de terror... Se que en el momento que lo empecé a leer me atrapó cada una de las líneas escritas en esta historia y que cada que avanzaba la lectura mi imaginación se veía en vuelta dentro de esta pequeña historia
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