Sentado en un banco de Puerto Madero reina el Señor de los Pájaros. Guarda
todas sus propiedades en una mochila vieja y desgastada y lleva puesta la mayoría de las prendas con que viste o
desviste según haga más o menos calor o frío. Conoce a todos los pájaros del
cielo y no solo los reconoce porque sean palomas,
horneros, benteveos, gorriones o
cotorras sino también por sus personalidades.
Los hay desconfiados o confianzudos, prepotentes, simpáticos, ingenuos,
atolondrados, amistosos y así, tales como los hombres, toda clase de aves.
A la tarde temprano, cuando los restoranes
terminan de servir el almuerzo y limpian las cocinas, el Señor sale de
recorrida ordenada y metódica y pide las sobras en un restorán, en el otro, en
el siguiente y en el de más allá. Vuelve con la comida para todos: la propia y
la de sus amados vasallos sobre los que
reina magnánimo, miguita a miguita, cáscara por cáscara, pedacito a pedacito, en el medio de una rueda
de pájaros gorjeantes y saltarines que aceptan tomarla de sus manos. Y el Señor de los Pájaros come entre ellos
con la plenitud de las aves del cielo que no siembran ni
siegan pero que igual hallan su alimento.
Al menos, las del cielo de Puerto Madero.
3 comentarios:
seguirá estando el Señor de los Pájaros? cuando vaya a Puerto Madero me fijo
ani
tenía que ser en Puerto Madero, je
Amé el señor de los pájaros a primera vista/leída. La segunda fue igual de placentera. Después te cuento si fue un enamoramiento pasajero o un amor que permanece.
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