jueves

Mudanzas

Estoy preparando mi mudanza de Buenos Aires a Mar del Plata. Para empezarla, porque por algún lado hay que empezar, empiezo por los libros. Ocho años después de llegar adonde todavía vivo encuentro libros que olvidé que traje cuando vine, y que  me sorprende reencontrar.  Y están los que dejé en los estantes de arriba, esos a los que no llego si no me subo a una silla. En voz baja y en una broma que ellos, los libros, nunca oyeron, siempre les dije que los de allá arriba estaban castigados. Por mi desinterés de lo que tratan, por facilidad para olvidarlos, por estropicio del tiempo.

Me admira reencontrarme con libros que atesoré y que ahora no me importa guardar. Los habré atesorado por variadas razones más allá de la estricta lectura: porque me los regalaron, porque en algún momento se trataba o debatía mucho tal tema o tal autor, porque el autor estaba de moda, porque me recuerdan a alguien, porque me llegaron en “herencia” de otras mudanzas, y así. 

Y ¡ay! las ediciones baratas, cuyas hojas resecas y de color amarillo oscuro pareciera que van a quebrarse de nada, y cuya encuadernación no soporta una nueva apertura porque se desarma, como un ancianito que ya no pudiera hacer ni un esfuerzo más.

Y ¡oh! los que ahora están en Internet, esos clásicos españoles, aquellos Shakespears, los otros rusos, esos tesoros de la literatura universal, diría una solapa. Si están en la infinita web no los guardo impresos para mí, porque los leo en un dispositivo lector.

La mudanza de libros va tomando forma con esta selección en verdad negativa: selecciono los que no me llevaré. Llevo una colección de historia a una biblioteca vecina, llevo los estropeados irrecuperables a un contenedor para que sean reciclados, y al hacerlo justo pasa un chico cartonero al que le brillan los ojos por hacerse de esta buena carga de una sola vez.

Y miro ahora mi biblioteca más chica pero despejada y renovada, lista para mudarse: me gusta. Y me pregunto: ¿qué es lo que muda en una mudanza? Y me contesto: soy yo la que muda. Hago una mudanza interior al tirar, despejar, limpiar, hacer espacio, mover lo que estaba quieto y abrir lo que estaba cerrado.

 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es verdad, una mudanza nos muda a nosotros también
Luki

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