Frente a los ventanales de mi trabajo, sobre Av. Córdoba, pasó esta tarde el cortejo de Cerati. Bajamos de los pisos, nos detuvimos en las veredas, aplaudimos. Unos treinta o cuarenta motoqueros, vestidos de negro, lo acompañaba. Los autos y colectivos tocaban bocina. Una música ahora ligera para él.
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