sábado
El valor de cada día
Mónica Barroso, bibliotecaria en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de Argentina, fue diagnosticada con ELA, esclerosis lateral amiotrófica. Lejos de apartarse o decaerse, le da batalla cada día a su enfermedad y sigue estudiando y trabajando, bibliotecaria siempre.
martes
3/11/2014
Una biblioteca centenaria espera en cajas en un galpón
Por: Santiago Baraldi
Es la Eudoro Díaz, fundada en 1891 y destinada a docentes. Hasta hace casi dos años estaba en el edificio restituido a la Vigil.
La imagen 40 mil volúmenes, muchos de ellos centenarios, en un galpón donde se junta agua en cada lluvia, es la postal que retrata la importancia que desde la burocracia del Ministerio de Educación se le da al destino a la mítica “Biblioteca Pedagógica Eudoro Díaz”. Los 26 empleados fueron reubicados hasta que las obras en el edificio donde funciona la Regional VI del Ministerio de Educación de Santa Fe, en Echeverría 150 bis, algún día se terminen.
“Para los empleados de las Biblioteca Pedagógica es una desesperación, porque los libros están tirados en un galpón”, describe indignada Marta Müller, una de las bibliotecarias, hoy hacinada en un cuartito de la planta alta, en Laprida 1049, sede de “Zona de Aprendizajes”, a la espera de una respuesta del Ministerio. La directora de la biblioteca, María Cristina Pasinato, realizó objeciones a los planos originales que había presentado para reformar y adoptar los otrora galpones del ferrocarril, hoy sede de la Zona VI de Educación.
Fundada en 1891
“A punto de cumplirse un año del cierre por traslado de la Biblioteca Pedagógica, seguimos esperando el acondicionamiento del futuro edificio prometido por parte de las autoridades provinciales, aún sin novedades”, insiste Müller. La Biblioteca Pedagógica es una institución de 123 años, inaugurada el 11 de septiembre de 1891 por Eudoro Díaz –docente, periodista, director del Colegio Nacional, tucumano por nacimiento y rosarino por adopción– para contribuir a la formación de los docentes de la ciudad y su zona de influencia.
Funcionó en distintos locales del Ministerio de Educación hasta que en 1942 se concretó el deseo del local propio en la calle 9 de julio 1247. En marzo de 1981, se trasladó por decreto a la calle Alem 3078, edificio de la intervenida Biblioteca “Constancio C. Vigil”. El 6 de diciembre de 2012 la promulgación de la ley provincial 13.306 dispuso la restitución de los bienes muebles e inmuebles a la biblioteca Vigil. La misma ley, comprometió al Estado provincial a trasladar a la Biblioteca Pedagógica “Eudoro Díaz” a una nueva ubicación estratégica, cercana a los institutos de formación docente, en un plazo no mayor a un año.
Sin embargo, el 6 de diciembre de 2013, venciendo el plazo de restitución del edificio, todo el acervo bibliográfico de la Biblioteca, los casi 40 mil volúmenes, como así también sus bienes, fueron embalados y trasladados a un depósito en el edificio donde funciona la Regional VI del Ministerio.
Un año sin respuestas
“La Biblioteca hoy se encuentra en una etapa de transición e incertidumbre, con el creciente deterioro de sus bienes y su colección. A pesar de esta situación, durante este año de trabajo, el personal de la Biblioteca elaboró proyectos y sumó ideas para la reapertura en su nuevo ámbito. Se establecieron contactos con bibliotecas escolares, con instituciones de la zona y se trabajó para el desarrollo de una colección acorde a las necesidades de información de docentes y estudiantes de nivel superior”, agregó la bibliotecaria quien rescató el apoyo de los Amigos de la Biblioteca, “una especie de cooperativa, que con esos subsidios nos permitió adquirir más de 800 libros y revistas, que inmediatamente se pusieron a disposición de docentes y nuevos socios que vienen a Zona de Aprendizajes”.
Müller señala que “cada tanto vamos hasta al galpón en busca de carpetas o libros puntuales y vemos el deterioro de los libros, que si bien muchos están embalados el lugar se llueve, se hace una laguna y hay que amontonarlos y ni hablar de las ratas.
Cuando nos desalojaron de la Vigil, nos engañaron diciendo que buscaban un lugar céntrico para la biblioteca, eso fue hace casi dos años; después nos citaron en noviembre del año pasado con los funcionarios de Santa Fe y nos dijeron que las cosas iban a aquedar en la sede de Educación, en la Región VI. En todo este tiempo no hubo ningún tipo de respuestas y allí hay material indispensable para el trabajo de los docentes”, concluyó la bibliotecaria.
Fuente bibliográfica
BARALDI, SANTIAGO [sin fecha]. Una biblioteca centenaria espera en cajas en un galpón | Diario El Ciudadano y la Gente. [en línea]. [Consulta: 3 noviembre 2014]. Disponible en: http://www.elciudadanoweb.com/una-biblioteca-centenaria-espera-en-cajas-en-un-galpon/.
jueves
Publicación de un post en Infotecarios: bibliotecarios y literatura
El sitio web INFOTECARIOS acaba de publicar una nota mía sobre el bibliotecario y la literatura, en general y en particular la de mi producción. INFOTECARIOS es un espacio web colaborativo, centrado en el ámbito latinoamericano, que difunde ideas y opiniones sobre temáticas relacionadas con la información y la documentación. Dejo aquí el enlace al post y la invitación a comentar lo que se les ocurra al respecto, todas las opiniones y comentarios son bienvenidos.
Y muchas gracias a Infotecarios por la invitación en su espacio!
El bibliotecario en la literatura y una literatura de bibliotecarios
miércoles
ABGRA publica mi cuento Oscuro objeto del deseo
El último Boletín de ABGRA - Septiembre 2014 - difunde mi cuento
OSCURO OBJETO DEL DESEO
El cuento trata de una batalla desigual pero decidida sobre el depósito de una biblioteca.
Muchas gracias, ABGRA!
sábado
Zonas neutras - Lugares de Patrick Modiano
Hay en París unas zonas neutras..."zonas intermedias, tierras de nadie en donde estaba uno en las lindes de todo, en tránsito, o incluso en suspenso. Podía disfrutarse allí de cierta inmunidad...La calle de Argentine, donde tenía alquilado un cuarto de hotel, era desde luego una zona neutra. ¿Quién habría podido venir a buscarme aquí? Las pocas personas con las que me cruzaba debían de estar muertas para el estado civil. Un día, hojeando un periódico, fui a dar, en la sección "avisos de los juzgados", con un suelto que se titulaba "Declaración de ausencia". Un tal Tarride llevaba treinta años sin volver a su casa...Estaba seguro que el individuo aquel vivía en esa calle, con decenas de personas a quienes también habían declarado "ausentes".
Unos sitios de paso, aptos para esconderse, para no ser vistos ni encontrados...Así identifica Patrick Modiano, el reciente Nobel de Literatura, a algunos barrios o calles de París, en su melancólica novela En el café de la juventud perdida (la única que he leído de él). La novela rememora al café Condé donde unas almas desconcertadas, ateridas, que no pueden hallar sus caminos ni sus pasos, o que huyen de ellos, se reúnen cada día.
Esas zonas para suspender la vida, para quedarse eternamente en tránsito, me resultan tentadoras, o atractivas. ¿En dónde estarían en Buenos Aires? ¿Habría aquí "zonas neutras"?
domingo
Porno pichicho
A dos cuadras de mi casa hay una veterinaria, negocio antiguo en el barrio. Acostumbrada a verlo, hace un tiempo me confundió: un día lo vi desde la vereda de enfrente y creí que habían cambiado de rubro por una casa de ropa infantil. Cuando me acerqué a corroborarlo descubrí que no era de ropa para humanos pequeños sino de variados vestiditos y polleritas para perras y de jeans y remeritas para perros.
Ayer pasaba por ahí de nuevo y volví a sorprenderme. Salía del negocio una señora con su primorosa perra recién vestida. Ella, la perra, llevaba puesta una mínima pollerita tableada, en escocés rojo, y moño al tono en la cabeza. Como iba delante de mí yo veía bamboleando su culito rodeado del collar que le hacía la pollera mínima, y entonces me vino a la cabeza la imagen de la "colegiala hot" usada millones de veces en la imagenología erótica, o porno. No dejaba de ser un comparativo para matarse de risa y grotesco al mismo tiempo.
Y no pude dejar de asombrarme por ese poder de asemejar a mujeres y perras (¿hot?).
Librerías for ever
Las librerías resisten cambios de hábitos y suman locales
Patrimonio de la CiudadEn tres años abrieron unas 100 nuevas y hay cerca de 400. Crecen las cadenas pero también surgen negocios para públicos específicos. Compiten así con los medios tecnológicos y la lectura por la web.
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- Romina Smith
El periódico británico The Guardian eligió una porteña como la más linda del mundo. Y los porteños las adoran. Tanto, que incluso les dedican una noche por año para celebrarlas y disfrutarlas. Por romanticismo, por mística, o simplemente por costumbre heredada y aceptada, Buenos Aires es una ciudad librera: ama las librerías. Buenos Aires sin librerías no sería Buenos Aires. Y lo dicen los números: hoy en Capital hay 7.645 habitantes por cada local.
Los datos surgen de un análisis que el Ministerio de Desarrollo Económico difundió en el marco de la Conferencia Editorial, un encuentro que reúne a distintos representantes del sector. En ese encuentro, no solo se habló de esos números y de cómo se trabaja en editoriales nacionales, también se trazó un camino a futuro y se dejó en claro que el porteño potencia su vínculo con las librerías que se refleja en las ventas (ver Un negocio...) a pesar de la competencia con la tecnología y de los nuevos hábitos de lectura. ¿Un ejemplo? El país no sólo está al frente del rubro, también logró adaptarse a la producción de libros en formato electrónico y en la región fue donde más creció la edición de e-books.
Con o sin libros electrónicos, antiguas, nuevas, de barrio, de cadenas, con bares, con sillones para leer, con mesas de saldo para revolver, tradicionales como las de la avenida Corrientes (donde solo entre Junín y la avenida 9 de Julio hay 30 locales) o incluso especializadas en el segmento infantil y juvenil, que cada vez se ven más, hoy las librerías siguen tan vigentes como siempre y la cantidad de locales por habitantes que hay en Buenos Aires ya supera a todas las ciudades de Sudamérica e incluso está apenas por arriba de Madrid y Barcelona, dos centros urbanos con más de 500.000 habitantes y una gran tradición librera.
Según datos oficiales, en 2011, cuando Buenos Aires fue nominada “capital mundial del libro”, la Ciudad tenía 293 librerías relevadas. Sin embargo, algunos trabajos recientes hablan de más. Como el Mapa de las Librerías, que se creó en 2012 como iniciativa del programa Opción Libros del Ministerio de Desarrollo Económico con colaboración del Ministerio de Cultura, que estiran ese número a 378 locales que venden libros en distintos barrios y 293 empresas libreras. También según ese mapa, los barrios con mayor cantidad de librerías son San Nicolás (87), Recoleta (45), Balvanera (42) y Palermo (40). Pero con el crecimiento de las cadenas y la aparición de locales especializados hoy se estima que ese número es aún mayor y que en Buenos Aires habría unas 400 librerías, algo más de 100 que hace tres años.
Con esos dos actores el mapa también fue cambiando. El informe que se presentó la semana pasada sobre el mercado editorial porteño habla de esto. “Los cambios del modelo de negocios también ofrecen oportunidades a pequeñas librerías que se especializan en atender a unpúblico más segmentado y se distinguen por títulos seleccionados”, sostiene. Estas pequeñas empresas se suman a las grandes cadenas y completan el mercado. Y las cadenas tampoco paran de crecer: hoy sólo Yenny-El Ateneo (a la que pertenece la Grand Splendid, la elegida por The Guardian) tiene 13 sucursales en Capital. Y Cúspide, con la que recientemente abrió en la calle Corrientes, otras 11. A esas se suman las de Librería Santa Fe y otras más pequeñas. “Además de muchas librerías y muchos lectores, hay muchos emprendedores alrededor de la industria editorial que fortalecen el sector y le dan el dinamismo necesario para ajustarse a las tecnologías, los nuevos modelos de negocios y los tiempos que corren. Sin duda la creatividad y la cultura que se respira en Buenos Aires es algo para seguir promoviendo ”, explicó el ministro de Desarrollo Económico, Francisco Cabrera. Para que esto ocurra es clave el papel de librero, uno de los oficios reconocidos como patrimonio de la cultura porteña. En sus “Memorias de un librero” (1994), el escritor y poeta Héctor Yánover, que estuvo al frente de la librería Norte, una de las más clásicas de la Ciudad, y falleció en 2003, reveló decenas de anécdotas que todavía se repiten en locales de libros. El, que supo reunirse con Julio Cortázar y Alejandra Pizarnik, definió ese compilado de pequeñas historias como “la picaresca del libro”. Pero lo que más plasmó fue, sin duda, el perfil del cliente, con historias insólitas y llenas de humor, y hasta extraños personajes que aún existen y viven y rondan por las librerías.
viernes
Invitación a navegar subiendo a un cuento
El miércoles 17, acompañando con demora el festejo del Día del bibliotecario, fui invitada a leer alguno de mis cuentos en el Instituto de Formación Técnica Superior N° 13, en Buenos Aires. El cuento elegido fue Lo que se ve por una ventanilla de Procesos Técnicos en un día cualquiera, el cual despertó comparaciones y comentarios diversos, divertidos o reflexivos. Docentes del IFTS, donde se dicta la carrera de bibliotecología, y alumnos, me acompañaron. Antes, Rosa Monfasani había presentado su último libro "Competencias profesionales y entorno laboral" (Alfagrama, 2014).
Gracias a la rectora, Lic. Patricia Prada, por la invitación, y a todos los oyentes-participantes del instituto, en particular al Prof. Antonio Román por la cordial difusión del evento.
Gracias a la rectora, Lic. Patricia Prada, por la invitación, y a todos los oyentes-participantes del instituto, en particular al Prof. Antonio Román por la cordial difusión del evento.
martes
Memoria - Centro de Documentación en Filosofía y Letras de la UBA
Inauguración del Centro de Documentación "Universidad y dictadura"
El Programa Universidad y Dictadura de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad invita a la inauguración del Centro de Documentación "Universidad y dictadura": relatos orales y documentación que dan cuenta del período 1966-1983 en el ámbito universitario desde la Facultad de Filosofía y Letras.
Viernes 12 de septiembre - 19 hs.
Facultad de Filosofía y Letras (universidad de Buenos Aires)
Puan 480 - Aula 108
Facultad de Filosofía y Letras (universidad de Buenos Aires)
Puan 480 - Aula 108
Palabras de apertura a cargo de la decana de la Facultad, Dra. Graciela Morgade.
Participan:
-Judith Said, coordinadora del Archivo Nacional de la Memoria y de la Red Federal de Sitios de Memoria.-Graciela Daleo, coordinadora de la Cátedra Libre de Derechos Humanos, directora del Programa Universidad y Dictadura.
Presentación de la versión semimontada EL ARCHIVISTA, de Héctor Levy Daniel. Actúan: Carolina Guareschi y Rubén Sabadini. Dirección: Melisa Freund.
Presentación del Centro de Documentación "Universidad y dictadura" a cargo de Alba Lombardi y Belén Sánchez.
Y del libro FILO (EN) ROMPECABEZAS. Búsqueda colectiva de la memoria histórica institucional (1966-1983), a cargo de Luisina Ferrante y Lucas Adur.
Cierre musical: BARSUT (TANGO).
viernes
Cerati
Frente a los ventanales de mi trabajo, sobre Av. Córdoba, pasó esta tarde el cortejo de Cerati. Bajamos de los pisos, nos detuvimos en las veredas, aplaudimos. Unos treinta o cuarenta motoqueros, vestidos de negro, lo acompañaba. Los autos y colectivos tocaban bocina.
Una música ahora ligera para él.
Una música ahora ligera para él.
miércoles
Nocturno en edificio
Es de madrugada. Bien despierto y
sin otra cosa que hacer, el insomnio vigila. El edificio parece dormido detrás
de las puertas pero está tenso y
acechante en los pasillos. Transcurre un silencio y luego, pisos arriba, una puerta se abre y se
cierra. Otro silencio y el ascensor resuena. Los oídos del insomnio se
agudizan. Se oyen caídas de agua, rumores que corren por adentro de las
paredes. Un arrastrar apagado sobre el suelo, algo que cae
sobre un techo, unos murmullos que se amortiguan. Otro silencio. ¿Alguien
llora? Parece que alguien estuviera llorando,
no sé en qué piso, no sé en cuál departamento. Después pasos de despedida por la
escalera, después el silencio de vuelta.
La madrugada se adueña del edificio pero no dejará ninguna memoria
cuando llegue el día.
Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías: cómo no guardar un secreto y otras dificultades de la vida
"Es cansado moverse en la sombra y espiar sin ser visto o procurando no ser descubierto, como es cansado guardar un secreto o tener un misterio...A un amigo se le oculta una cosa y a otro otra distinta de la que el primero está al tanto, se inventan para una mujer historias complejas que luego hay que rememorar para siempre en detalle como si se hubieran vivido, a riesgo de delatarse más tarde..." Víctor Francés, el protagonista de "Mañana en la batalla piensa en mí", de Javier Marías, no soporta mantener el secreto de la increíble y desopilante situación que ha vivido: invitado a una "cena galante" se encuentra con que la mujer, casada y con su marido en viaje, muere en sus brazos. En la casa está también el hijo, un niño de dos años.Víctor se marcha dejándolos a ella muerta y al nene dormido, pero luego la culpa, mezclada con curiosidad, pena, horror, y su propia soledad, lo impulsan a asistir al entierro primero y luego a buscar a la familia para contarle lo sucedido. La novela habla de los imponderables, de lo imprevisto, como esa muerte por sorpresa, y de cómo no queda registro de nosotros, de cómo vamos difuminándonos, y de lo poco que sabemos de los demás y aún de nosotros mismos, haciendo reír muchísimo en muchos pasajes. Y también de los autoengaños, las agachadas, los propios impedimentos y lo que se oculta a los demás.
Resalta su divertida ironía, la penetración de los caracteres, la capacidad de observación, el dominio del idioma. Yo, que tengo la regla de "la segunda obra" para conocer autores, es decir: si la primera obra que leo me gusta mucho veré si la segunda me gusta por lo menos igual para adoptarlo en mi panteón personal, encontré que Javier Marías sobrepasaba la regla largamente: "Mañana en la batalla piensa en mí" me había gustado más todavía que "Todas las almas". Así que por mi parte lo dejo fervorosamente recomendado.
martes
OSCURO OBJETO DEL DESEO - Un cuento de bibliotecarios
Juan abre la puerta, enciende la luz, porque es temprano y todavía está oscuro, y el depósito se ilumina. El depósito es grande y está lleno desde el suelo hasta el techo de estantes llenos de revistas y libros. Juan se queda un momento mirándolo desde la puerta como si fuera la primera vez que lo ve: desde ahí los anaqueles parecen un ejercicio de dibujo, de perspectivas, de líneas en fuga, y a él le gusta mucho observarlo así. Inspira y siente el olor, que huele a papel encerrado, a aire quieto, un olor que se instalaría persistente si él no se ocupara de abrir las ventanas y dejar que cambiara ese aire. Esta es una de las tareas que le encomendaron no más llegar a la biblioteca: mantener el depósito limpio, ventilado y ordenado. Juan, que sabe que a él le cuesta más que a los demás entender lo que se le dice, escuchó con toda su atención las indicaciones que le daba Gloria, la jefa de la biblioteca, que lo ha tomado bajo su cuidado personal, lo ha recomendado a cada uno pidiéndole que lo ayuden y lo consideren especialmente, y se esmera con el más que con nadie porque es hijo de una amiga.
El depósito es un oscuro objeto del deseo. Así le dijo Gloria, que es
irónica y cinéfila, la primera vez que lo llevó a conocerlo y ver
qué y cómo se guarda, sin que Juan entendiera qué significaba “oscuro objeto
del deseo” aunque por la resonancia de
la palabra “objeto” le pareció que podría ser algo de forma cúbica y materia
dura y pesada. Decidió esperar a
entender sin preguntar nada más. Mientras,
Gloria le contó que el lugar fue un hallazgo de su antecesora, que lo localizó
oscuro y cerrado desde hacía mucho en este edificio tan grande y con zonas
olvidadas, perdidas en el abandono, sin uso alguno. La antecesora lo solicitó a
las autoridades y lo obtuvo, lo limpió y lo acondicionó, y cuando ya estaba
limpio y utilizable se despertaron sordas batallas por él, un deseo de
posesión que estaba atado y que entonces
se desató con furia. Hasta hubo toda una
guerra que duró tres años. Es que habían
aparecido viejos títulos de propiedad esgrimidos por oficinas que argumentaban
que el espacio estaba destinado a algún fin cuyo gestor se había jubilado hacía
una década y de cuyas intenciones no había quedado ni un plano ni una firma ni un papel de verdulería.
Juan dedujo aquí que el deseo sería
oscuro porque no tenían cómo reclamarlo
con claridad. La diplomacia de la institución jugó cartas a favor y en contra, según las demandas que
resucitaban después de tanto tiempo adormecidas. A la encarnizada Guerra de los
Tres Años la ganó la biblioteca, reafirmando de esa manera sus títulos porque
no hay biblioteca que se precie que no haya tenido que batallar por un depósito y se lo haya ganado a puro esfuerzo.
– ¿Entendés? – se había querido
asegurar Gloria.
Ella, Gloria, lo había heredado como
se heredan las joyas del reino, le dijo con una sonrisa cómplice, y ha mantenido la victoria mucho tiempo, tanto
que tendría que hacer memoria desde cuándo se guardan materiales ahí. Mientras,
el depósito se fue llenando de la vida bibliográfica…
– ¿Hay una vida bibliográfica? – se
había asombrado Juan.
…que nace en los expedientes de
compra y se reproduce entre los canjes y las donaciones, y que luego vive y se
desarrolla en los estantes de acceso abierto de la biblioteca, y más tarde se corre y deja su lugar a los
materiales recién nacidos. Los libros y revistas ya madurados en la biblioteca
perduran después en este depósito, le señaló,
por el sentido que les da ser partes de colecciones. ¿Entendía?
Y que el depósito sigue siendo un objeto de deseo, ilustró Gloria, lo demuestra que no pasa año en que no haya que parar algún avance, peligrosas indirectas, susurros a medias solicitud, a medias exigencia, para que la biblioteca lo mude a algún lugar inespecífico y ceda el espacio, que está en la planta baja y es de muchos metros cuadrados y con ventanas a un patio interno que le dan buena luz y aireación.
Y que el depósito sigue siendo un objeto de deseo, ilustró Gloria, lo demuestra que no pasa año en que no haya que parar algún avance, peligrosas indirectas, susurros a medias solicitud, a medias exigencia, para que la biblioteca lo mude a algún lugar inespecífico y ceda el espacio, que está en la planta baja y es de muchos metros cuadrados y con ventanas a un patio interno que le dan buena luz y aireación.
– ¡Jamás! – le enseña Gloria, con el índice en alto.
Jamás. Como el oscuro deseo siempre existe, la biblioteca está siempre en
guardia. Y más ahora, que cambió la gestión y no se sabe bien con qué se puede
venir…No se sabe porque la reciente gestión
no ha convocado a Gloria ni para conocerla y ella ya ha pedido tres veces una entrevista
a las nuevas autoridades, sin resultado hasta ahora. Además se rumorea que existen planes de reformas
edilicias, de cesiones de espacios, de extrañas
concesiones y de cambios en la institución que tienen en alerta a todo el
mundo. Ojos bien abiertos, le dice Gloria a todos los de la biblioteca y
también a Juan. A Juan se lo dice con una expresión amable, que no le exige
como al resto.
Así instruido, Juan ha tomado muy seriamente su trabajo porque es el
cuidador de mucha vida guardada. Le
gusta llegar cada mañana y encontrar el depósito como está, cerrado, porque le agrada hacer algo por él, como
abrir las ventanas y dejar que el aire lo limpie. Mientras se ventila él guarda
concentradamente, con un esfuerzo que le arruga el entrecejo, los materiales
que pidieron en la sala el día anterior de la forma que Gloria le enseñó y que
él pudo aprender gracias a su propia perseverancia.
Hoy, Juan acaba de abrir el depósito y apenas ha terminado de admirar otra
vez las líneas en fuga, cuando dos
hombres llegan detrás de él. Es
temprano, a Juan le parece extraño que
un lector aparezca por sí mismo a buscar
materiales en el depósito, y queda expectante.
Uno de los hombres, que es alto y emana una autoridad que lo inhibe, extiende una mano para saludarlo y se
presenta, pero Juan no entiende quién es porque se ha descolocado por esta
situación fuera de lo habitual. El hombre que emana autoridad escruta su rostro
y su aspecto con curiosidad bien
contenida y luego, elegante, se encoge de hombros y se desentiende de él; a
continuación introduce al hombre que lo
acompaña, el que deja una carpeta sobre
un estante, saca un metro de su portafolios y empieza a medir de acá para allá
y de allá para acá, y de arriba abajo, y a tomar notas en su tableta. Juan duda
entre avisar a la biblioteca, que está
un piso más arriba, de esta visita fuera de lo habitual, o quedarse. Decide
quedarse, porque no puede abandonar la
vida bibliográfica del depósito a merced de estos extraños. Abre las ventanas,
observa lo que hay para guardar, hace como que ordena, pero vigila muy atento.
Después de unos minutos el que mide dice que ya está, y él y el otro se aprontan para retirarse mientras hacen los
últimos comentarios. Desde donde Juan está escucha un “buenos días” que le
darán a él porque no hay nadie más en el
depósito. Se los han dado sin verle la cara y Juan contesta el saludo también sin asomarse; piensa que mejor que se hayan ido pronto
porque esa visita no le gustó nada de nada
y se asoma a la puerta para verlos desde atrás, cuando se van, y asegurarse que se hayan ido. En cuanto llegue
Gloria la pondrá al tanto.
Cuando vuelve a los estantes descubre que en el primero hay algo que no
estaba ahí antes. Se acerca a ver y encuentra que es la carpeta que el hombre
que medía apoyó en el estante antes de trabajar. La carpeta olvidada le palpita
en las manos, intuye que también ella tiene su vida. Podría averiguar quiénes
eran los dos que llegaron tan temprano, cuando él está solo, y averiguar qué
querían, supone. Está muy tentado de abrirla, aunque todavía se contiene. Se
contiene un ratito más, y al fin se deja vencer por la sospecha y abre la
carpeta. Hay papeles con dibujos,
planos, fotos del frente del edificio y fotos del patio interno. Hay notas
firmadas por el nuevo director. También hay, en otro papel grueso y transparente, el logotipo de una cafetería muy conocida adonde
a veces la familia o los amigos lo llevan a él. Y acá está un croquis de…Juan
lo mira de un lado, lo mira del otro, buscando perspectivas porque le resulta
conocido. Lo levanta para verlo derecho y se para en la puerta: mira la misma
puerta en el dibujo y enfrente tres ventanas dibujadas, las mismas ventanas de
verdad que se asoman luminosas entre los pasillos. También hay cuentas de metros cuadrados y metros lineales,
El plano es del depósito, deduce, por eso vinieron a medir. La deducción lo estremece: ahora
sí que entiende que el depósito sea un
objeto de deseo y que ese deseo es
oscuro. El papel le tiembla en las manos. ¿El lugar del depósito se va a convertir en esa confitería que conoce? ¿Y toda la vida que hay, adónde irá? Juan se agarra la
cabeza y recuerda: ¡jamás!
Al instante, se ilumina: da media vuelta y corre a la biblioteca, sube por la
escalera saltando los escalones de dos
en dos, entra como una tromba y se para
frente a la fotocopiadora. Está muy
nervioso y muy apurado, pero a él le enseñaron a hacer fotocopias así que va a copiar
lo que hay en la carpeta y después se lo va a dar a Gloria. Se apura todo lo
que puede, está entregado por completo a hacerlas rápido, algunas le salen
movidas y debe repetirlas, pero termina. Corre de vuelta al depósito, tropieza,
se desliza por la escalera, y llega con el último aliento a ubicar la carpeta
donde la encontró. No ha terminado de hacerlo y está jadeante cuando el hombre que medía se asoma por la
puerta:
– ¡Hola! – saluda – ¿Me olvidé una
carpeta acá? – pregunta, simpático, con tono de hablar a la salita verde de un jardín
de infantes.
Juan se encoge de hombros y hace que revisa: ah, sí, acá hay una carpeta.
–Gracias, querido – le acepta, con una palmadita en la mejilla – Chau.
Juan aprieta sus fotocopias. Ya no falta para que llegue Gloria. Está seguro que la guerra va a recomenzar.
Isabel Garin
domingo
Escrito sobre la piel
Clarín 3 de agosto de 2014
Tatuajes literarios: los que llevan los libros bajo la piel
De Harry Potter a BorgesLectores de distintas edades se tatúan imágenes y frases de sus obras preferidas.
- Bárbara Alvarez Plá
En 1951, el escritor estadounidense Ray Bradbury ideó para su novela El hombre ilustrado, al que convertiría en uno de los personajes más extravagantes de la literatura de ciencia ficción: un vagabundo que tenía tatuadas en su cuerpo 18 historias, que son las que integran el libro. Sucede que algunas frases y personajes nacidos en los libros se instalan bajo la piel de los más ávidos lectores. Y no es sólo una metáfora. Una tendencia creciente en el mundo del boody art ha llevado a cantidad de bibliófilos a tatuarse a aquellos personajes literarios de los que no quieren separarse. Un libro es un mundo y en un cuerpo caben muchos.
La tendencia es mundial, por eso el sitio web de noticias norteamericano Publisher Weekly publicó un ranking de los tatuajes literarios más frecuentes. Las ganadoras, son las frases de la novela de Chuck Palahniuk El club de la pelea. Le sigue de cerca El Principito, que también es el más tatuado a nivel local, según contaron a Clarínalgunos de los tatuadores que tienen sus estudios en las Galerías Bond Street (Av. Sta. Fe 1670). Después, viene la Rayuela de Cortázar y los personajes de El señor de los anillos. Porque acá, también son muchos los lectores que deciden sumarse a la tendencia y convertir su cuerpo en un manifiesto vivo de sus intereses literarios. A pedido deClarín, explicaron el por qué de sus elecciones.
Santiago Muñoz-Galaz tiene 21 años, vive en el barrio de Belgrano y es estudiante de Diseño Industrial. En su brazo derecho se alza un Aleph y explica que “El Aleph tiene dos significados: según Borges, representa el infinito de las cosas, esta es la parte abstracta. Pero la letra aleph también representa, en matemática, un conjunto infinito de números y esta es la parte concreta, porque los números se pueden traducir a bits, a música...” Dice que por separado estos conceptos no lo convencían y que “al converger en un símbolo” le pareció “el tatuaje perfecto”.
Si nos remontamos al origen de esta práctica legaremos al neolítico, hace casi cinco mil años. De ese tiempo es el primer tatuaje conservado, impreso en una momia hallada en los Alpes italianos. Si lo que queremos saber es la etimología del término ‘tatuaje’, tendremos que viajar a la Polinesia, porque del idioma samoano hablado allá es que deriva: ‘tátau’, lo llaman los isleños. ¿Los significados? Tantos como usuarios y momentos de la historia: rituales, guerreros, festivos, religiosos... y ahora, literarios.
Laura Olea vive rodeada de libros. Ellos son su profesión: es librera. En su brazo puede verse al lobito protagonista del libro Habla el lobo, de Patricia Suárez. Asegura que le encanta que sea parte de ella y que la acompañe “hasta el final de la vida”. Suárez que entró por casualidad a la librería y lo vio, afirma que fue “el mejor de los regalos”.
El escritor Leonardo Oyola cuenta que una lectora se tatuó en un brazo “voy a agarrar un viento” y en el otro “y no voy a volver”, que es parte de la letra de la canción que usó como índice para su novelaKryptonita. Oyola es además un fan de los tatuajes –tiene 11–. Cuenta que cuando estaba en proceso de escritura de su obra Chamamé, un amigo le tatuó esa palabra, bien grande, en el pecho. “Cuando me levantaba a la mañana lo veía ahí, enorme, y me obligaba a dar para adelante a la novela”. Luego, cuando sus amigos comenzaron a llamarlo cariñosamente con uno de los personajes su primera novela – Siete y el Tigre Harapiento – “también me tatué el Tigre Harapiento ”, dice y asegura sentirse orgulloso de “la tinta que llevo en el cuerpo”.
La editora Luciana Murzi, se hizo un tatuaje del Quijote a los 27 y dice que lo eligió porque “es una parodia de la solemnidad y la verdad de la literatura”. Sabrina Campos tiene 29 años, es periodista y sus tatuajes también tienen una historia que contar. Ella se tatuó la frase “derrotando imposibles, segura sin seguros”, del poema Chau número tres, de Mario Benedetti, y una Rayuela.
“la frase de Benedetti me tocó en un momento personal muy particular relacionado con las ausencias”, explica. Y confiesa haber leído la novela varias veces: “me lo hice cuando estaba camino a la adultez, y me di cuenta de que al en la vorágine de las obligaciones, te olvidás de jugar. Este tatuaje es un recordatorio de vida”, dice.
Martina Bondone eligió a Harry Potter para hacerlo imborrable. Esta periodista de 25 años se tatuó la palabra “Always” en el antebrazo con la letra “A” como el símbolo de Las Reliquias de la muerte, séptimo y último libro de la saga del pequeño mago. Explica que el significado es algo así como “el último enemigo que será derrotado es la muerte” y asegura que decidió hacérselo porque “Potter se merece un homenaje”, dice, “la saga creció conmigo”. Y completa: “si me hiciera uno de cada libro que me enamora no me quedaría un pedazo de piel sin tinta”. “Un Cronopio es una flor, dos son un jardín”, dice el tatuaje de María Cecilia Valdecantos. Ella explica que esta frase no está en Historias de Cronopios y de famas, que Cortázar la escribió para su última mujer, Carol Dunlop, y que “es mágica, como todo en Cortázar”. Y al mismo escritor eligió Malvina Liberatore (25) en cuya nuca se puede leer “¿Encontraría a La Maga?”. Cuenta que lo hizo porque “es el principio del libro más lindo de la literatura argentina”, dice sobre Rayuela.
El ensayista Luis Diego Fernández se tatuó, en alemán, una frase de Nietzsche: “Cómo se llega a ser lo que se es”, y aunque es posible que la respuesta sea una cuestión de tiempo, grabarse en la piel los libros que nos marcan podría también ser una ayuda.
jueves
Sorpresas en la biblioteca
¿No les gustaría hacer algunas cosas parecidas en una biblioteca seria, oscura y silenciosa?