jueves

¿Qué arde en lo que se quema o se rompe?

 

Como mis allegados (y lectores) saben vivo en Alto Camet, uno de los barrios que rodean al Parque Camet, en la zona norte de Mar del Plata. Muy cerca de Las dalias, otro de esos barrios  cuya sociedad de fomento impulsa y abre espacio  a muchas actividades, además de las específicas barriales, o las acompaña. En esa sociedad de fomento funciona la Biblioteca popular Elena Ekimoff, que fue recuperada y es gestionada por vecinas y vecinos.

Entre muchas de sus tareas desde hace unos meses la biblioteca se propuso
establecer las “paradas lectoras”, la instalación de una pequeña biblioteca en paradas de colectivos del barrio y en el Parque con libros a disposición de quien los quiera, para grandes y chicos, circular o no. A veces tuve el gusto yo misma  de llevar libros para llenar la “bibliotequita” que de color celeste y con su puertita protectora se había vaciado en la parada lectora de Beltrán y Ghandi, un cruce importante en la zona.  Daba alegría ver que se había vaciado.

Pero en días pasados la bibliotequita de esa parada lectora fue vandalizada. Nuevamente, porque antes ya la habían roto. Ahora apareció quemada, negra de hollín las maderas, los libros desaparecidos en fuego y humo.

¿Quién o quiénes la quemaron? ¿Quiénes pueden sentirse enojados, molestos, ofendidos por unos libros disponibles públicamente, hasta el  punto de quemarlos? ¿Quieren impedir la lectura? ¿O qué están diciendo, qué quieren expresar?

Cuesta pensarlo y entenderlo desde quienes impulsan la lectura porque la aman y quieren compartirla lo más posible.  Duele, enoja y desconcierta. Y con estos sentimientos me acordé del docente e investigador Esteban Rodríguez Alzueta, que ha trabajado mucho sobre los jóvenes que viven en la pobreza de los barrios periféricos. Dice Alzueta que los jóvenes desprovistos de estabilidad, de familias, de trabajos y de futuros, pero sobre todo de reconocimiento y dignidad,  los buscan como sea: a veces peleando, a veces delinquiendo, lo que puede otorgarles además del botín respeto entre sus pares; otras veces enfrentando a la policía, o cometiendo actos que les darán identidad, una identidad, la que sea, si es violenta igual o mejor, entre el ninguneo y la invisibilidad en la que viven, y en la bronca, en la rabia.

¿Algunos de ellos habrán quemado las pequeñas bibliotecas de las paradas?

Rodríguez Alzueta se extiende y profundiza mucho más en sus artículos y libros, que se encuentran disponibles en la web. A mí me queda esa pregunta como búsqueda de explicación que comparto, tratando de comprender aunque no por eso deje de doler.  Y también queda la firme resolución de la Biblioteca Ekimoff de seguir reconstruyendo las paradas para que sigan siendo lectoras.

 

 

 

 

viernes

El señor Presidente

En su novela El señor Presidente (1946) el guatemalteco Miguel Ángel Asturias cuenta las condiciones y los efectos en la sociedad y en las personas de vivir bajo un gobierno dictatorial, basada muy probablemente  en el gobierno de Manuel Estrada Cabrera,  un auténtico modelo de  dictador. 

Me ha venido a la memoria porque en esa historia se remarcan los personajes que orbitan alrededor del  Presidente,  generales, ministros, empresarios, ricos amigotes,  variados obsecuentes que lo visitan en palacio en busca de favores, chupamedias sin necesidad pero con muchos deseos de serlo, o temerosos del sol enceguecedor que es el tirano.  Lo que siempre me acordé de esas descripciones eran los graves análisis ansiosos al retirarse del palacio presidencial  por interpretar qué quiso decir el señor Presidente  cuando dijo tal cosa o qué no dijo cuando sí dijo tal otra.

Me ha vuelto el recuerdo de ese cotilleo obsesivo de palacio, y por supuesto que salvando las distancias,  porque en estos tiempos los medios y muchos periodistas gastan minutos, horas y días,  bits,  ondas de diverso tipo, pantallas e incluso papel, contando una y otra vez las estridentes  peleas en el “Círculo de hierro”, las disputas  entre la Hermana y el Asesor,  el penúltimo rumor, los gritos más nuevos del señor Presidente, las perspectivas  si los troles se enojan mucho, poquito o al fin, nada, los equilibrios políticos en  las oficinas si pasa o pasara tal cosa, los que harían el bolsito si pasara tal otra, de dónde llega la información, qué cara tenía aquél, qué mirada le mandó aquella…

¿Y a nosotros qué?, me dan ganas de tirarles a la cara con una pelota bien pesada.  Me da infinito fastidio la actual manía de palacio, que escucha, interpreta, analiza las conversaciones, los diminutos intercambios, el rumor  dicho al oído, esa manía que no inocentemente cuenta incontables y estúpidas reyertas y arreglos una y otra vez para no contar lo que ocurre fuera de palacio, y entendiendo que adentro de él, en ese círculo de poder, reside todo. Sin que ninguna de las interminables roscas signifiquen algo, algún cambio,  para nosotros. 

 

miércoles

Alto Camet en mi poemario

Varios años y sucesos después de conocer y andar por Alto Camet terminan en este libro: el barrio de Mar del Plata adonde ahora vivo,  un barrio de cielo abierto, de mar tan cercano, de Parque Camet a un paso, y con sus calles, sus trabajos y sus vecinos, su pobreza...Alto Camet se merecía que le dejara estos versos que se fueron construyendo calle a calle, estación a estación, día a día de andarlo.  

Este poemario recibió mención especial en el 1er. Consurso de Poesía Néstor Perlongher, Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, en 2024.

@garinisabel 

 En preventa hasta el 9/7/25

https://halleyediciones.com.ar/

@halleyediciones

 


 

jueves

Invierno

frío atardecer

malva el cielo

transparente

inmóvil el aire

helado

enciende fuegos

el corazón en casa,

ya en su encierro


            @garinisabel

 


domingo

Meteorología

hay una medialuna 

helada, escondida

en el cielo con nubes 

del anochecer

ladridos de perros

llovizna de a ratos

viento frío

y un ruego 

al cerrar los postigos: 


diosito, 

que mañana haya sol


@garinisabel


viernes

Eugenia, calmate de Carolina Bugnone

Acabo de leer Eugenia, calmate, de Carolina Bugnone, una historia que me dejó muy impresionada por el retrato de una vida que no halla satisfacción y que es lúcida respecto de su descontento, pero que no puede cambiarla, atrapada sin perspectivas como está.

Porque Eugenia no puede calmarse por más que se lo diga a sí misma o se lo pidan. Esa imposibilidad lleva el hilo de su historia, su agitación interna se revuelve en sus sueños, en su insomnio, en su trabajo de docente, en la convivencia con el marido sin amor y sin ninguna gracia. La exasperada Eugenia da vueltas por su disconformidad  sin encontrar un escape al hastío y al cansancio.

Pero encontrará una escapatoria perturbada: acercarse personal y afectivamente al ciruja que duerme y vive en la cuadra de su casa. La historia no es complaciente: el ciruja es tal, sucio, maloliente, a veces borracho.  Y de ahí en más Eugenia se deslizará en plano inclinado cayéndose del trabajo, del marido y de la hijita, con un punto culminante de atroz locura. 

A mí me pareció admirable cómo la novela mantiene los sueños y ensueños de Eugenia, sus diálogos, sus monólogos, sus visiones, en ese registro alucinado y fatal que va en crecimiento, y en el cual flotan la realidad y la alucinación sin distinciones.

Se me ocurre que tal vez Eugenia sea parienta de la vegetariana Yeong hye y como ella grite con su alteración el descontento con la vida que se ve obligada a llevar, una vida que no le abre ninguna puerta o camino nuevo que pueda seguir.

Esperas

 

Primero se oyen pájaros en la oscura espera

de que la espera se ilumine

con la luz del día,

la espera que espía por la ventana

una llegada,

la ansiosa espera en las pantallas,

la espera inmóvil de una fractura

y la inquieta espera

de la palabra médica,

la espera de los brotes

y de los exámenes,

el suceso venidero

que espera agazapado

para dar el salto,

la noticia tan esperada,

y al final

la larga espera de la vida

que florece en rosa negra,

tan acabada.

 

Isabel Garin

jueves

Sonámbulo

 No supo cuál era 

el pájaro que cantaba

ni aprendió el nombre

de los árboles

pero los oyó

traspasado de cantos

y los abrazó

tocando las cortezas,

sonámbulo y feliz.


Isabel Garin



miércoles

Tareas

resulta que hoy a la mañana
lo más importante para hacer
era limpiar las ventanas

y a la tarde comprar los plantines
tomates, chauchas , morrones
y varias aromáticas

resulta que aquí las ventanas
están llenas de cielo

y que la tierra negra del fondo
ejercerá su callada magia
cuando reciba las plantas

resulta que giré varios veces
en el día, bailando las tareas
de la jornada
                                                                                                                                  Isabel Garin


jueves

Estrellas cercanas

Ayer, tarde,  unos sonidos que venían de la noche me hicieron ir a mirar por la ventana de atrás. Y entonces vi  una multitud de estrellas que cruzaban el cielo. Eran propiamente las estrellas: de su tamaño, con su brillo titilante, con su aparente lejanía, pero mucho más cerca, muchísimo, al alcance de la mano. Cruzaban siseando el cielo del fondo de casa,  lentas, rayando la noche con su luz fría, seguras de su curso. Todas seguras menos una que pasó tan bajo que quedó enredada en la punta del pino que hay al fondo.

Hoy a la mañana con ayuda de un chico vecino que se trepó al pino, pudimos bajarla. Palpitaba. A la luz del sol  casi desaparece de la vista pero desde el atardecer brilla  parpadeante y blanco-azulada en la palma de la mano. La colgué de un hilo a la entrada de casa.