Gracias a la rectora, Lic. Patricia Prada, por la invitación, y a todos los oyentes-participantes del instituto, en particular al Prof. Antonio Román por la cordial difusión del evento.
viernes
Invitación a navegar subiendo a un cuento
El miércoles 17, acompañando con demora el festejo del Día del bibliotecario, fui invitada a leer alguno de mis cuentos en el Instituto de Formación Técnica Superior N° 13, en Buenos Aires. El cuento elegido fue Lo que se ve por una ventanilla de Procesos Técnicos en un día cualquiera, el cual despertó comparaciones y comentarios diversos, divertidos o reflexivos. Docentes del IFTS, donde se dicta la carrera de bibliotecología, y alumnos, me acompañaron. Antes, Rosa Monfasani había presentado su último libro "Competencias profesionales y entorno laboral" (Alfagrama, 2014).
Gracias a la rectora, Lic. Patricia Prada, por la invitación, y a todos los oyentes-participantes del instituto, en particular al Prof. Antonio Román por la cordial difusión del evento.
Gracias a la rectora, Lic. Patricia Prada, por la invitación, y a todos los oyentes-participantes del instituto, en particular al Prof. Antonio Román por la cordial difusión del evento.
martes
Memoria - Centro de Documentación en Filosofía y Letras de la UBA
Inauguración del Centro de Documentación "Universidad y dictadura"
El Programa Universidad y Dictadura de la Cátedra Libre de Derechos Humanos de la Facultad invita a la inauguración del Centro de Documentación "Universidad y dictadura": relatos orales y documentación que dan cuenta del período 1966-1983 en el ámbito universitario desde la Facultad de Filosofía y Letras.
Viernes 12 de septiembre - 19 hs.
Facultad de Filosofía y Letras (universidad de Buenos Aires)
Puan 480 - Aula 108
Facultad de Filosofía y Letras (universidad de Buenos Aires)
Puan 480 - Aula 108
Palabras de apertura a cargo de la decana de la Facultad, Dra. Graciela Morgade.
Participan:
-Judith Said, coordinadora del Archivo Nacional de la Memoria y de la Red Federal de Sitios de Memoria.-Graciela Daleo, coordinadora de la Cátedra Libre de Derechos Humanos, directora del Programa Universidad y Dictadura.
Presentación de la versión semimontada EL ARCHIVISTA, de Héctor Levy Daniel. Actúan: Carolina Guareschi y Rubén Sabadini. Dirección: Melisa Freund.
Presentación del Centro de Documentación "Universidad y dictadura" a cargo de Alba Lombardi y Belén Sánchez.
Y del libro FILO (EN) ROMPECABEZAS. Búsqueda colectiva de la memoria histórica institucional (1966-1983), a cargo de Luisina Ferrante y Lucas Adur.
Cierre musical: BARSUT (TANGO).
viernes
Cerati
Frente a los ventanales de mi trabajo, sobre Av. Córdoba, pasó esta tarde el cortejo de Cerati. Bajamos de los pisos, nos detuvimos en las veredas, aplaudimos. Unos treinta o cuarenta motoqueros, vestidos de negro, lo acompañaba. Los autos y colectivos tocaban bocina.
Una música ahora ligera para él.
Una música ahora ligera para él.
miércoles
Nocturno en edificio
Es de madrugada. Bien despierto y
sin otra cosa que hacer, el insomnio vigila. El edificio parece dormido detrás
de las puertas pero está tenso y
acechante en los pasillos. Transcurre un silencio y luego, pisos arriba, una puerta se abre y se
cierra. Otro silencio y el ascensor resuena. Los oídos del insomnio se
agudizan. Se oyen caídas de agua, rumores que corren por adentro de las
paredes. Un arrastrar apagado sobre el suelo, algo que cae
sobre un techo, unos murmullos que se amortiguan. Otro silencio. ¿Alguien
llora? Parece que alguien estuviera llorando,
no sé en qué piso, no sé en cuál departamento. Después pasos de despedida por la
escalera, después el silencio de vuelta.
La madrugada se adueña del edificio pero no dejará ninguna memoria
cuando llegue el día.
Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías: cómo no guardar un secreto y otras dificultades de la vida
"Es cansado moverse en la sombra y espiar sin ser visto o procurando no ser descubierto, como es cansado guardar un secreto o tener un misterio...A un amigo se le oculta una cosa y a otro otra distinta de la que el primero está al tanto, se inventan para una mujer historias complejas que luego hay que rememorar para siempre en detalle como si se hubieran vivido, a riesgo de delatarse más tarde..." Víctor Francés, el protagonista de "Mañana en la batalla piensa en mí", de Javier Marías, no soporta mantener el secreto de la increíble y desopilante situación que ha vivido: invitado a una "cena galante" se encuentra con que la mujer, casada y con su marido en viaje, muere en sus brazos. En la casa está también el hijo, un niño de dos años.Víctor se marcha dejándolos a ella muerta y al nene dormido, pero luego la culpa, mezclada con curiosidad, pena, horror, y su propia soledad, lo impulsan a asistir al entierro primero y luego a buscar a la familia para contarle lo sucedido. La novela habla de los imponderables, de lo imprevisto, como esa muerte por sorpresa, y de cómo no queda registro de nosotros, de cómo vamos difuminándonos, y de lo poco que sabemos de los demás y aún de nosotros mismos, haciendo reír muchísimo en muchos pasajes. Y también de los autoengaños, las agachadas, los propios impedimentos y lo que se oculta a los demás.
Resalta su divertida ironía, la penetración de los caracteres, la capacidad de observación, el dominio del idioma. Yo, que tengo la regla de "la segunda obra" para conocer autores, es decir: si la primera obra que leo me gusta mucho veré si la segunda me gusta por lo menos igual para adoptarlo en mi panteón personal, encontré que Javier Marías sobrepasaba la regla largamente: "Mañana en la batalla piensa en mí" me había gustado más todavía que "Todas las almas". Así que por mi parte lo dejo fervorosamente recomendado.
martes
OSCURO OBJETO DEL DESEO - Un cuento de bibliotecarios
Juan abre la puerta, enciende la luz, porque es temprano y todavía está oscuro, y el depósito se ilumina. El depósito es grande y está lleno desde el suelo hasta el techo de estantes llenos de revistas y libros. Juan se queda un momento mirándolo desde la puerta como si fuera la primera vez que lo ve: desde ahí los anaqueles parecen un ejercicio de dibujo, de perspectivas, de líneas en fuga, y a él le gusta mucho observarlo así. Inspira y siente el olor, que huele a papel encerrado, a aire quieto, un olor que se instalaría persistente si él no se ocupara de abrir las ventanas y dejar que cambiara ese aire. Esta es una de las tareas que le encomendaron no más llegar a la biblioteca: mantener el depósito limpio, ventilado y ordenado. Juan, que sabe que a él le cuesta más que a los demás entender lo que se le dice, escuchó con toda su atención las indicaciones que le daba Gloria, la jefa de la biblioteca, que lo ha tomado bajo su cuidado personal, lo ha recomendado a cada uno pidiéndole que lo ayuden y lo consideren especialmente, y se esmera con el más que con nadie porque es hijo de una amiga.
El depósito es un oscuro objeto del deseo. Así le dijo Gloria, que es
irónica y cinéfila, la primera vez que lo llevó a conocerlo y ver
qué y cómo se guarda, sin que Juan entendiera qué significaba “oscuro objeto
del deseo” aunque por la resonancia de
la palabra “objeto” le pareció que podría ser algo de forma cúbica y materia
dura y pesada. Decidió esperar a
entender sin preguntar nada más. Mientras,
Gloria le contó que el lugar fue un hallazgo de su antecesora, que lo localizó
oscuro y cerrado desde hacía mucho en este edificio tan grande y con zonas
olvidadas, perdidas en el abandono, sin uso alguno. La antecesora lo solicitó a
las autoridades y lo obtuvo, lo limpió y lo acondicionó, y cuando ya estaba
limpio y utilizable se despertaron sordas batallas por él, un deseo de
posesión que estaba atado y que entonces
se desató con furia. Hasta hubo toda una
guerra que duró tres años. Es que habían
aparecido viejos títulos de propiedad esgrimidos por oficinas que argumentaban
que el espacio estaba destinado a algún fin cuyo gestor se había jubilado hacía
una década y de cuyas intenciones no había quedado ni un plano ni una firma ni un papel de verdulería.
Juan dedujo aquí que el deseo sería
oscuro porque no tenían cómo reclamarlo
con claridad. La diplomacia de la institución jugó cartas a favor y en contra, según las demandas que
resucitaban después de tanto tiempo adormecidas. A la encarnizada Guerra de los
Tres Años la ganó la biblioteca, reafirmando de esa manera sus títulos porque
no hay biblioteca que se precie que no haya tenido que batallar por un depósito y se lo haya ganado a puro esfuerzo.
– ¿Entendés? – se había querido
asegurar Gloria.
Ella, Gloria, lo había heredado como
se heredan las joyas del reino, le dijo con una sonrisa cómplice, y ha mantenido la victoria mucho tiempo, tanto
que tendría que hacer memoria desde cuándo se guardan materiales ahí. Mientras,
el depósito se fue llenando de la vida bibliográfica…
– ¿Hay una vida bibliográfica? – se
había asombrado Juan.
…que nace en los expedientes de
compra y se reproduce entre los canjes y las donaciones, y que luego vive y se
desarrolla en los estantes de acceso abierto de la biblioteca, y más tarde se corre y deja su lugar a los
materiales recién nacidos. Los libros y revistas ya madurados en la biblioteca
perduran después en este depósito, le señaló,
por el sentido que les da ser partes de colecciones. ¿Entendía?
Y que el depósito sigue siendo un objeto de deseo, ilustró Gloria, lo demuestra que no pasa año en que no haya que parar algún avance, peligrosas indirectas, susurros a medias solicitud, a medias exigencia, para que la biblioteca lo mude a algún lugar inespecífico y ceda el espacio, que está en la planta baja y es de muchos metros cuadrados y con ventanas a un patio interno que le dan buena luz y aireación.
Y que el depósito sigue siendo un objeto de deseo, ilustró Gloria, lo demuestra que no pasa año en que no haya que parar algún avance, peligrosas indirectas, susurros a medias solicitud, a medias exigencia, para que la biblioteca lo mude a algún lugar inespecífico y ceda el espacio, que está en la planta baja y es de muchos metros cuadrados y con ventanas a un patio interno que le dan buena luz y aireación.
– ¡Jamás! – le enseña Gloria, con el índice en alto.
Jamás. Como el oscuro deseo siempre existe, la biblioteca está siempre en
guardia. Y más ahora, que cambió la gestión y no se sabe bien con qué se puede
venir…No se sabe porque la reciente gestión
no ha convocado a Gloria ni para conocerla y ella ya ha pedido tres veces una entrevista
a las nuevas autoridades, sin resultado hasta ahora. Además se rumorea que existen planes de reformas
edilicias, de cesiones de espacios, de extrañas
concesiones y de cambios en la institución que tienen en alerta a todo el
mundo. Ojos bien abiertos, le dice Gloria a todos los de la biblioteca y
también a Juan. A Juan se lo dice con una expresión amable, que no le exige
como al resto.
Así instruido, Juan ha tomado muy seriamente su trabajo porque es el
cuidador de mucha vida guardada. Le
gusta llegar cada mañana y encontrar el depósito como está, cerrado, porque le agrada hacer algo por él, como
abrir las ventanas y dejar que el aire lo limpie. Mientras se ventila él guarda
concentradamente, con un esfuerzo que le arruga el entrecejo, los materiales
que pidieron en la sala el día anterior de la forma que Gloria le enseñó y que
él pudo aprender gracias a su propia perseverancia.
Hoy, Juan acaba de abrir el depósito y apenas ha terminado de admirar otra
vez las líneas en fuga, cuando dos
hombres llegan detrás de él. Es
temprano, a Juan le parece extraño que
un lector aparezca por sí mismo a buscar
materiales en el depósito, y queda expectante.
Uno de los hombres, que es alto y emana una autoridad que lo inhibe, extiende una mano para saludarlo y se
presenta, pero Juan no entiende quién es porque se ha descolocado por esta
situación fuera de lo habitual. El hombre que emana autoridad escruta su rostro
y su aspecto con curiosidad bien
contenida y luego, elegante, se encoge de hombros y se desentiende de él; a
continuación introduce al hombre que lo
acompaña, el que deja una carpeta sobre
un estante, saca un metro de su portafolios y empieza a medir de acá para allá
y de allá para acá, y de arriba abajo, y a tomar notas en su tableta. Juan duda
entre avisar a la biblioteca, que está
un piso más arriba, de esta visita fuera de lo habitual, o quedarse. Decide
quedarse, porque no puede abandonar la
vida bibliográfica del depósito a merced de estos extraños. Abre las ventanas,
observa lo que hay para guardar, hace como que ordena, pero vigila muy atento.
Después de unos minutos el que mide dice que ya está, y él y el otro se aprontan para retirarse mientras hacen los
últimos comentarios. Desde donde Juan está escucha un “buenos días” que le
darán a él porque no hay nadie más en el
depósito. Se los han dado sin verle la cara y Juan contesta el saludo también sin asomarse; piensa que mejor que se hayan ido pronto
porque esa visita no le gustó nada de nada
y se asoma a la puerta para verlos desde atrás, cuando se van, y asegurarse que se hayan ido. En cuanto llegue
Gloria la pondrá al tanto.
Cuando vuelve a los estantes descubre que en el primero hay algo que no
estaba ahí antes. Se acerca a ver y encuentra que es la carpeta que el hombre
que medía apoyó en el estante antes de trabajar. La carpeta olvidada le palpita
en las manos, intuye que también ella tiene su vida. Podría averiguar quiénes
eran los dos que llegaron tan temprano, cuando él está solo, y averiguar qué
querían, supone. Está muy tentado de abrirla, aunque todavía se contiene. Se
contiene un ratito más, y al fin se deja vencer por la sospecha y abre la
carpeta. Hay papeles con dibujos,
planos, fotos del frente del edificio y fotos del patio interno. Hay notas
firmadas por el nuevo director. También hay, en otro papel grueso y transparente, el logotipo de una cafetería muy conocida adonde
a veces la familia o los amigos lo llevan a él. Y acá está un croquis de…Juan
lo mira de un lado, lo mira del otro, buscando perspectivas porque le resulta
conocido. Lo levanta para verlo derecho y se para en la puerta: mira la misma
puerta en el dibujo y enfrente tres ventanas dibujadas, las mismas ventanas de
verdad que se asoman luminosas entre los pasillos. También hay cuentas de metros cuadrados y metros lineales,
El plano es del depósito, deduce, por eso vinieron a medir. La deducción lo estremece: ahora
sí que entiende que el depósito sea un
objeto de deseo y que ese deseo es
oscuro. El papel le tiembla en las manos. ¿El lugar del depósito se va a convertir en esa confitería que conoce? ¿Y toda la vida que hay, adónde irá? Juan se agarra la
cabeza y recuerda: ¡jamás!
Al instante, se ilumina: da media vuelta y corre a la biblioteca, sube por la
escalera saltando los escalones de dos
en dos, entra como una tromba y se para
frente a la fotocopiadora. Está muy
nervioso y muy apurado, pero a él le enseñaron a hacer fotocopias así que va a copiar
lo que hay en la carpeta y después se lo va a dar a Gloria. Se apura todo lo
que puede, está entregado por completo a hacerlas rápido, algunas le salen
movidas y debe repetirlas, pero termina. Corre de vuelta al depósito, tropieza,
se desliza por la escalera, y llega con el último aliento a ubicar la carpeta
donde la encontró. No ha terminado de hacerlo y está jadeante cuando el hombre que medía se asoma por la
puerta:
– ¡Hola! – saluda – ¿Me olvidé una
carpeta acá? – pregunta, simpático, con tono de hablar a la salita verde de un jardín
de infantes.
Juan se encoge de hombros y hace que revisa: ah, sí, acá hay una carpeta.
–Gracias, querido – le acepta, con una palmadita en la mejilla – Chau.
Juan aprieta sus fotocopias. Ya no falta para que llegue Gloria. Está seguro que la guerra va a recomenzar.
Isabel Garin
domingo
Escrito sobre la piel
Clarín 3 de agosto de 2014
Tatuajes literarios: los que llevan los libros bajo la piel
De Harry Potter a BorgesLectores de distintas edades se tatúan imágenes y frases de sus obras preferidas.
- Bárbara Alvarez Plá
En 1951, el escritor estadounidense Ray Bradbury ideó para su novela El hombre ilustrado, al que convertiría en uno de los personajes más extravagantes de la literatura de ciencia ficción: un vagabundo que tenía tatuadas en su cuerpo 18 historias, que son las que integran el libro. Sucede que algunas frases y personajes nacidos en los libros se instalan bajo la piel de los más ávidos lectores. Y no es sólo una metáfora. Una tendencia creciente en el mundo del boody art ha llevado a cantidad de bibliófilos a tatuarse a aquellos personajes literarios de los que no quieren separarse. Un libro es un mundo y en un cuerpo caben muchos.
La tendencia es mundial, por eso el sitio web de noticias norteamericano Publisher Weekly publicó un ranking de los tatuajes literarios más frecuentes. Las ganadoras, son las frases de la novela de Chuck Palahniuk El club de la pelea. Le sigue de cerca El Principito, que también es el más tatuado a nivel local, según contaron a Clarínalgunos de los tatuadores que tienen sus estudios en las Galerías Bond Street (Av. Sta. Fe 1670). Después, viene la Rayuela de Cortázar y los personajes de El señor de los anillos. Porque acá, también son muchos los lectores que deciden sumarse a la tendencia y convertir su cuerpo en un manifiesto vivo de sus intereses literarios. A pedido deClarín, explicaron el por qué de sus elecciones.
Santiago Muñoz-Galaz tiene 21 años, vive en el barrio de Belgrano y es estudiante de Diseño Industrial. En su brazo derecho se alza un Aleph y explica que “El Aleph tiene dos significados: según Borges, representa el infinito de las cosas, esta es la parte abstracta. Pero la letra aleph también representa, en matemática, un conjunto infinito de números y esta es la parte concreta, porque los números se pueden traducir a bits, a música...” Dice que por separado estos conceptos no lo convencían y que “al converger en un símbolo” le pareció “el tatuaje perfecto”.
Si nos remontamos al origen de esta práctica legaremos al neolítico, hace casi cinco mil años. De ese tiempo es el primer tatuaje conservado, impreso en una momia hallada en los Alpes italianos. Si lo que queremos saber es la etimología del término ‘tatuaje’, tendremos que viajar a la Polinesia, porque del idioma samoano hablado allá es que deriva: ‘tátau’, lo llaman los isleños. ¿Los significados? Tantos como usuarios y momentos de la historia: rituales, guerreros, festivos, religiosos... y ahora, literarios.
Laura Olea vive rodeada de libros. Ellos son su profesión: es librera. En su brazo puede verse al lobito protagonista del libro Habla el lobo, de Patricia Suárez. Asegura que le encanta que sea parte de ella y que la acompañe “hasta el final de la vida”. Suárez que entró por casualidad a la librería y lo vio, afirma que fue “el mejor de los regalos”.
El escritor Leonardo Oyola cuenta que una lectora se tatuó en un brazo “voy a agarrar un viento” y en el otro “y no voy a volver”, que es parte de la letra de la canción que usó como índice para su novelaKryptonita. Oyola es además un fan de los tatuajes –tiene 11–. Cuenta que cuando estaba en proceso de escritura de su obra Chamamé, un amigo le tatuó esa palabra, bien grande, en el pecho. “Cuando me levantaba a la mañana lo veía ahí, enorme, y me obligaba a dar para adelante a la novela”. Luego, cuando sus amigos comenzaron a llamarlo cariñosamente con uno de los personajes su primera novela – Siete y el Tigre Harapiento – “también me tatué el Tigre Harapiento ”, dice y asegura sentirse orgulloso de “la tinta que llevo en el cuerpo”.
La editora Luciana Murzi, se hizo un tatuaje del Quijote a los 27 y dice que lo eligió porque “es una parodia de la solemnidad y la verdad de la literatura”. Sabrina Campos tiene 29 años, es periodista y sus tatuajes también tienen una historia que contar. Ella se tatuó la frase “derrotando imposibles, segura sin seguros”, del poema Chau número tres, de Mario Benedetti, y una Rayuela.
“la frase de Benedetti me tocó en un momento personal muy particular relacionado con las ausencias”, explica. Y confiesa haber leído la novela varias veces: “me lo hice cuando estaba camino a la adultez, y me di cuenta de que al en la vorágine de las obligaciones, te olvidás de jugar. Este tatuaje es un recordatorio de vida”, dice.
Martina Bondone eligió a Harry Potter para hacerlo imborrable. Esta periodista de 25 años se tatuó la palabra “Always” en el antebrazo con la letra “A” como el símbolo de Las Reliquias de la muerte, séptimo y último libro de la saga del pequeño mago. Explica que el significado es algo así como “el último enemigo que será derrotado es la muerte” y asegura que decidió hacérselo porque “Potter se merece un homenaje”, dice, “la saga creció conmigo”. Y completa: “si me hiciera uno de cada libro que me enamora no me quedaría un pedazo de piel sin tinta”. “Un Cronopio es una flor, dos son un jardín”, dice el tatuaje de María Cecilia Valdecantos. Ella explica que esta frase no está en Historias de Cronopios y de famas, que Cortázar la escribió para su última mujer, Carol Dunlop, y que “es mágica, como todo en Cortázar”. Y al mismo escritor eligió Malvina Liberatore (25) en cuya nuca se puede leer “¿Encontraría a La Maga?”. Cuenta que lo hizo porque “es el principio del libro más lindo de la literatura argentina”, dice sobre Rayuela.
El ensayista Luis Diego Fernández se tatuó, en alemán, una frase de Nietzsche: “Cómo se llega a ser lo que se es”, y aunque es posible que la respuesta sea una cuestión de tiempo, grabarse en la piel los libros que nos marcan podría también ser una ayuda.
jueves
Sorpresas en la biblioteca
¿No les gustaría hacer algunas cosas parecidas en una biblioteca seria, oscura y silenciosa?
viernes
ANIVERSARIOS - Conjuro musical contra el 18 de julio de 1936
El 18 de julio de 1936 las fuerzas militares de la derecha española inician el alzamiento y golpe contra la II República. Es así que comienza la Guerra Civil, que duraría tres años y sentaría un antecedente de la siguiente guerra en toda Europa desde 1939 a 1945. Después de la derrota de la República se instalaría el franquismo por casi cuarenta años, dejando la dolorida memoria que se agita persistentemente cada vez que asoman los horrores de esa época.
La Guerra Civil Española resultó movilizadora para las izquierdas del mundo, y aunque con importantes diferencias entre ellas muchos de sus miembros se alistaron para combatir en España o se dedicaron a acompañar y ayudar a la República desde sus respectivos países.
De aquellos enfrentamientos y de los milicianos que los llevaron esforzadamente a cabo perduran muchas enseñanzas y muchos recuerdos, entre ellos, las canciones. Las queridas canciones de la Guerra Civil Española resultan para esta fecha un conjuro triunfante sobre el 18 de julio de 1936.
Siguiendo el enlace, las versiones de las más conocidas de ellas según el grupo El violinista del amor y los pibes que miraban
Canciones de la Guerra Civil Española
sábado
LA LÓGICA DE LA PICA. Argentinos, brasileños y el tercero en discordia.
Brasilera con su bandera reformulada como alemana |
En la suma de las mujeres a seguir con pasión el Mundial hay varios agregados imprevistos que los hombres no contemplan porque ya los tienen incorporados en su práctica futbolera. Uno de ellos es la pica.
La pica futbolera entre argentinos y brasileños es conocida, antigua y fervorosa, pero muchas mujeres no adhieren a ella, o la desconocen, o no la comparten. No entienden cómo no se quiere apoyar a una selección latinoamericana si juega contra una europea (¡ah, la Patria Grande!); no adhirieron para nada a los festivos bocinazos por la derrota humillante que Alemania propinó a Brasil y se compadecieron por su sufrimiento. Otras, recordando Sudáfrica 2010, temieron que los alemanes les hicieran otra vez algo parecido y poniendo las barbas que no tienen en remojo no hicieron ni un gesto de celebración.
Pero además del Mundial lo que muchas mujeres tienen es carencia de pica todo el año. Si no siguen a algún club (Boca contra River, Independiente contra Racing, y así en todo el país) y no están más o menos involucradas en alguna hinchada, la "pica" les es desconocida como sentimiento propio. Y entonces, cuando llegan estos Mundiales sobre los que se vuelcan toda clase de expectativas políticas, culturales y de identidades, además de deportivas, miran con asombro y rechazo la pasión por que el otro pierda tanto o más que por que gane el de uno. No entienden que esas pasiones tan subalternas estén por encima de la identidad latinoamericana o de otros supuestos políticos.
Y en este punto estamos las mujeres hasta que la pica, sin pedirnos permiso para abrir debate, se nos cuela en las vísperas. A empujones muy poco fraternos nos hace entrar en ella, recordándonos que los brasileños, ofendidos y humillados por los alemanes, no hincharán por Argentina. Hincharán porque Alemania nos ofenda y nos humille tanto como a ellos, si es con ocho goles mejor, y así las cosas se emparden. Porque para la pica lo más importante de todo es el contrario, el oponente del par, y no hay nada en el universo futbolero, ni siquiera el más grande ofensor, que pueda romper ese par.
Creer o reventar, mujeres.
La pica en su esplendor, en nota de la Nación