En el trabajo "Nuevas formas de significación en red: el uso de las #etiquetas en el movimiento 15M", de la lingüista Laura Menna, se analizan los tuits en sentido semiológico y político, y se describen los usos de los hashtags en la lucha y organización del movimiento de los indignados en España.
http://elies.rediris.es/elies34/Tesina_L-Menna.pdf
lunes
viernes
MOVIMIENTO DE MATERIAL un cuento de bibliotecarios
Esta mañana, al
entrar a la biblioteca, Juan ve que las series
monográficas que ayer estaban en los estantes hoy están en una caja. La caja parece una de
las tantas listas para donar pero
tiene arriba un cartelito escrito a mano que dice “Para canje”. En cambio, las que ayer tenían un
cartelito que decía “Para canje” ahora
tienen otro que dice “Para revisar”.
Ayer, lo que se
iba a revisar se separó en dos grupos: uno, para pedir opinión a usuarios directamente interesados en ese
tipo de material por si valía la pena ingresarlo al fondo bibliográfico o podía
descartarse, dando por supuesto que
habría mucho para descarte, y otro para canjear. Pero los usuarios
invitados a opinar no se hicieron presentes y ahora habrá que revisar lo que se
suponía que se podía descartar.
Juan trabaja con
lo que hay que revisar. Ubica a lo que hay que revisar en los estantes de más
arriba y en los de más abajo hace
lugar a
lo que se va a canjear. Antes,
las revistas y libros para canjear estaban más altos pero esos estantes se
ocuparon con una donación, que llegó intempestiva y desplazó
sin compasión a lo que había que
revisar, y lo que había que revisar desplazó desde sus cómodos estantes hacia cajas de cartón a lo que sería
para donar. Y lo que era para canje cambió de ubicación. Cuando cambió de
ubicación obligó a las series
monográficas a correrse y a gran
parte de los libros para
canje y donación a vivir en cajas
hasta ser efectivamente canjeados o donados.
Entonces, lo que
se iba a revisar quedó en dos ubicaciones separadas por la donación recibida. Una parte de lo que había que revisar se fue corriendo poco a
poco y ocupó unos estantes todavía libres, pero durante el año los estantes se
han ido llenando con los nuevos
ingresos, y desplazando también a lo
dispuesto para donar.
Antes de ayer
lo que estaba para revisar ocupaba el
espacio del material nuevo para ingresar. Hubo que hacer más lugar y lo que era para canjear fue corrido,
en espera de que al ingresar los materiales y ser ubicados definitivamente, se
liberara ese espacio.
Mientras,
lo que está para donar se corrió cerca
de la puerta, como si la proximidad de
la salida pudiera apurar el trámite para su ruta.
Eso fue antes de
anteayer.
Hoy, lo que se
va a revisar ocupa el lugar de lo que se iba a canjear, lo que se va a canjear
está donde estaba lo dispuesto para donar, lo dispuesto para donar está ahora mismo donde antes estaba lo que se
iba a revisar, lo ya revisado tiene un apretado lugar junto a lo ingresado y la
donación quedó donde está el material
para ingresar.
martes
Baratatut or baratat: nierque pi mule, nierque pi tramán.
Ot cras zama, baratatut
lime nierque vas ti resmo pi vas itrucón. Quartirhollo Itrucón pi resmo caroba
tos lomane mo tralla, i conzato lim acoba filum: pi baratatut.
Ot cras zimún, baratatat gole
ti minto lum, ti minto román. Quartirhollo da caroba mosa comín pi mosar, illo
brata ne: pi baratatat.
Tolen ot nierques limuta i
besore yeme, baratatut ome velotto
comán. Ene rimún, ¿baratatut nierques dolome cus visoro baratatat? Pirque mule querrén: ¿dine mo laso morcalín
pune baratatut cus baratatat? Reco trallín tos mara ponen torná: ot cus viraco vis ramán,
ot cus lomane eto bamade, ot cus nelloto mo conzato. Nine tra.
Binte, ot pune retolo lafosul tore pi ramán, or tore pi itrucón. Ot cus…membrilloa lomán.
Nierque querrín: ¿baratatut
or baratatat?
Ahhhh, pile, pile, pile…¡ébilas
nirag!
jueves
Orejas karenianas
Empecé un curso de Pensamiento Lateral. Me causa mucha gracia este curso, y el decir esto no implica ni la más mínima ironía o burla. Me causan mucha gracia los ejercicios que hacemos, y al decir esto quiero reivindicar la función de lo gracioso, lo lúdico, lo inútil, en el sentido de no productivo o rentable, no lógico, no del sentido común.
Tarea para el hogar: hasta la próxima reunión, el profe nos ha encomendado que practiquemos lo que él llama ejercicios en el "Open Poro". ¡Ja, ja! Dejar los poros abiertos pero no con crema demaquillante, sino para que nos penetren percepciones o ideas que habitualmente no reconocemos, porque no las estamos sintiendo o viendo aunque estén frente a nuestros ojos y sean grandes como elefantes.
No más oír esto, me vino a la mente algo que le ocurre a Ana Karenina (la de León Tolstoy), luego de un viaje en tren. En la Rusia del S. XIX Ana y su marido mantenían un matrimonio de clase alta, correcto y aburrido, sin objeciones y sin profundidad. Pero Ana había conocido al conde Vronsky, que luego será su amante, y que, era notorio, también se sentía atraído por ella.
Cuando Ana llega a destino, su marido la está esperando. Ana desciende del tren y por primera vez después de tantos años casada observa que su esposo tiene las orejas muy grandes, ¡unas pantallas de orejas!. ¡Tantos años casada con él y recién ahora lo nota! Ana se asombra de no haberlo observado antes. No hace falta deducir que luego de notar que su marido es un orejudo serio y solemne, se sienta más atraída todavía por el seductor Vronsky...
Bueno, eso...Observación, creatividad, lateralidad...La realidad puede descubrirse, lo de siempre ocultar maravillas, sólo hay que percibir lo de siempre con los poros abiertos para encontrar lo nuevo o lo distinto que ha permanecido, quieto y callado, detrás del velo de lo conocido.
(el Petiso Orejudo, abstenerse)
lunes
Banksy
El gran Banksy, artista inglés originariamente de arte callejero, grande por su calidad de artista y por su capacidad de mostrarse sin revelar su identidad, lo cual no significa ni bueno ni malo, solo que resalta la capacidad del arte actual para incluir a tutti quanti. Más allá de los debates sobre el oculto Banksy, miren lo que hace la policía a Alicia, la del País de las Maravillas. Para saber (o no saber) más sobre Banksy, se puede recurrir a su sitio
y/o a la Wikipedia
Otra de Bansksy:
miércoles
Los nombres y los días
Es fin de enero y para mí ya pasaron las vacaciones. Los gozosos de febrero
cierran las valijas y se despiden saludando con aires de “el que ríe último,
ríe mejor”.
Yo, que ya abrí y desarmé mi valija, empiezo lenta y perezosamente los rituales del año. Uno de
ellos: renovar la agenda 2013 y,
observo, el índice de direcciones, esas que siguen estando en papel porque el
directorio del celular y los contactos del correo electrónico no pueden
contener ni resguardar todas las direcciones de mi vida.
Primero renuevo la agenda tirando las páginas 2012. Miro las anotaciones: encuentros,
obligaciones, recordatorios, a ciertas horas, en ciertos días. Ya pasaron, se
deslizaron por el año anterior, se perdieron en el tiempo. Veo notas
subrayadas, signos, círculos, llamados, alertas por asuntos a los que debí
atender, mientras iba llenando las páginas de la agenda, una después de otra, una
seguida por otra, persistentemente. ¿Adónde se fueron esos apuros, esas previsiones, aquellas esperas? ¿Qué más queda además de
estas anotaciones con tinta azul?
Algunas me dan risa: arreglos o acuerdos que no se concretaban, enojos, repetidos llamados y búsquedas, visibles ahora como huellas
sobre el suelo inmaterial del tiempo.
Y este año sí, después de varios años de no hacerlo, me tomo el trabajo de renovar el índice de
direcciones. Me asombra su
desactualización. Familiares que ya no
viven donde dice ni tienen este teléfono, tíos
y amigos muertos, compañeros mudados, ex compañeros, absolutos
desconocidos: ¿quién es éste que dice acá? ¿Y ésta? No recuerdo porqué los
tengo anotados, ¿habrán sido importantes en su momento? Y hay otros asentados
en actuales categorías de indeseables, redundantes, inútiles. A veces, no me reconozco en el registro de
tal o cual, ¿para qué anoté a tal o
cual aquí si nunca, pero nunca, lo voy a
llamar? ¿Por qué sigo teniendo anotada a tal persona si no quiero saber nada de ella?
Limpio y hago práctica quirúrgica sobre nombres y lugares, corto, arranco,
y también añado. Anoto de nuevo sus nuevas direcciones, marco en el espacio las señales donde hallarlos. Registro a los
allegados para que no se me pierdan en el año que se deslizará nuevamente, para
que sus nombres, y con ellos mi necesidad de saberlos presentes, no
desaparezcan en el transcurso incesante de un día después de otro, uno seguido
por otro, incansables. Los registro
también para reconocerlos a mi lado, de mi lado, en la trama laboriosa de esos días que voy a tejer desde ahora
mismo, cuando el año recién empieza, en una
urdimbre que el próximo año me
parecerá otra vez liviana y olvidable.
jueves
Actuar o no actuar, ésa es la cuestión (monólogo del hombre indeciso)
Actuar
o no actuar, ésa es la cuestión. ¿Qué es
más elevado para el espíritu, sufrir los
golpes y dardos de la insultante fortuna o tomar armas contra el piélago de
calamidades y, haciéndoles frente, tratar de acabar con ellas?
Morir…,
dormir; no más. ¡Y pensar que con el sueño inducido por pastillas creemos dar fin al pesar del corazón
y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡Morir…dormir,
tal vez soñar! ¡Sí, ahí está el obstáculo! Pues es forzoso que nos detenga
considerar qué pesadillas nos pueden sobrevenir en este afán
nuestro, cuando nos encontremos enmarañados en el torbellino de la vida.
¿Es
ésta la reflexión que da tan larga vida al infortunio? Pues, ¿quién soportaría
los ultrajes y desdenes del explotador, los agravios del opresor que bombardea
poblaciones civiles, las afrentas del soberbio financista, los tormentos del amor desairado, los fallos de la
injusta justicia, las insolencias del poder y los desdenes
que la paciencia de los pobres recibe del hombre indigno, cuando uno
mismo podría recuperar su dignidad con la simple acción?
¿Quién
querría llevar tales cargas, gemir y sudar bajo el peso de una vida afanosa, si
no fuera por el temor a algo más allá si abandonara esas cargas, el horrible miedo al castigo del
poderoso, el quebranto de la calma anónima, la pérdida de la reposada indiferencia, la temida región del desafío de cuyos
confines se regresa victorioso o derrotado, alternativa que desconcierta
nuestra voluntad y nos hace soportables los males que nos afligen antes de lanzarnos
contra aquellos otros que vislumbramos? Así la conciencia nos vuelve cobardes a
todos y así el primitivo matiz de la resolución desmaya con el pálido tinte del
pensamiento, y las empresas de gran aliento o importancia, por esa
consideración, tuercen su curso y pierden el nombre de acción.
Hombre líquido
David dos Santos Feal
domingo
El fin del año
Ya estamos sobre el fin del año 2012, y el fin del mundo no se ha producido
ni parece que fuera a suceder en los días restantes, aunque es probable que los
que lo anunciaban, basados en distorsiones sobre las creencias mayas, hayan ganado mucho dinero con libros y
películas. Más allá de eso, de que el
fin del mundo no se ha producido, que no es poco considerando los desastres
ambientales, las guerras, las violencias sobre los pueblos y el desaforado consumo
de los que pueden consumir, otro fin de
año se nos acerca.
Se nos acerca, sí. Ya lo tenemos encima. Empezó a acercarse el 1º de enero del año y lo hizo sin pausa, día tras día y mes tras mes. Y nosotros pasábamos las hojas de las agendas, programábamos actividades a días vista, establecimos días de encuentros, de viajes, de trabajos, de proyectos, y nos parecía tener el control del tiempo, pero no…Estamos en el fin del año y exclamamos sorprendidos:
- ¡Ohhh! ¡Se fue otro año!
Como si no hubiéramos advertido
que lo gastamos día a día, lo consumimos,
y el año también nos consumió a nosotros. Con su potencia calendaria, nos dice
ahora que estamos un año más vividos. ¡Chin chin!
En los trabajos suceden los
síndromes de fin de año: de pronto, lo que no se hizo o no se pudo hacer en
varios meses debe quedar cerrado, terminado, entregado. Parece de verdad que
desde el 1º de enero del próximo año sucederá un nuevo ciclo del cosmos, a la
manera maya, y no podremos llevar nada de este ciclo, que quedará en otra dimensión. Los jefes
desempolvan viejas tareas que fueron suspendidas y preguntan si están terminadas, y recuerdan que lo que no se
hace o no entra hasta el 31 de diciembre se perderá en el ciclo que
culmina. La gente anda cargada de
actividades de un lado para otro, deseando que el año termine finalmente para dejarlo atrás como a una prenda usada.
De pronto el año pesa, los días vividos
parecen estibados sobre la espalda de cada uno,
y se siente una urgencia de desembarazarse de esa carga y una ilusión de comenzar el año nuevo
livianos, flotantes, sin ataduras. Ilusión calendaria.
Y además hay que organizar fiestas. Hay que organizarlas en los trabajos y
en las familias, y compartirlas con los queridos y con los que no. Hay que
compartir el fin del año como si se tratara de una pequeña catástrofe de fin de
los tiempos, para conjurarlo, y hay que soltar burbujas, fuegos artificiales, abrazos, regalos, saludos con gentes diversas, para
recibir al nuevo, una fecha cero que dará paso al inicio de otro año.
Otro año, que transcurrirá día tras día, sin pausa, hasta que digamos
cuando el que aún no ha llegado esté por finalizar:
-¡Ohhh! ¡Se fue otro año!
Calendario maya |
lunes
Acecho de temporada
El faro
Querandí me advierte, a mi derecha, que estoy por llegar. En un saludo le prometo
que alguna vez, no ésta, voy a
visitarlo. Es día de semana, y estamos
fuera de temporada. Yo vengo ahora justamente por eso, porque me gusta ver los
lugares ausentes de multitudes, y las gentes antes, previas, como
actores que recién se estuvieran preparando detrás de escena para
representar sus papeles, en una promesa de dejar ver algún secreto que no contarán después, cuando
estén en el escenario.
Llego a Villa
Gesell como quien llega a una casa en
momentos en que toda la familia está ocupadísima. Muchos geselinos se han ocupado
en grafitear los paredones en protesta contra el aumento del transporte, una abstracción para los turistas
de enero y febrero, que ya no los verán. Y en el hotel me reciben con cierta
preocupación porque ellos están en obra,
me aclaran. Y la encargada, adelantándose a cualquier reclamo, añade que tiene a sus dos niños con ella, lo
que significa que adonde ella se encuentre,
se encuentran sus hijos. Los niños, de unos dos y unos seis años, me
observan con moderada curiosidad. No
importa, decido, me quedo. Son sólo un
par de días.
Por las
avenidas, los locales con los vidrios pintados de blanco y vacíos, empiezan a despertar de su hibernación. En los
bares y restoranes cerrados se ven sillas apiladas sobre las mesas, y gente tomando medidas, lustrando
maderas, cambiando pisos.
Todavía no se limpian los vidrios, pero
falta muy poco. Hay una fiebre
refaccionaria: se ven techistas sobre las casas, albañiles
en los edificios, grúas moviendo arena y playeros recomponiendo tablones
en la rambla de madera. Al lado del hotel donde me alojo, una pinturería
recibe una carga de baldes de pintura. Pinturas de paredes de todos los
colores, docenas y docenas de litros.
La ciudad parece una gran escenografía preparándose
para su mejor obra: la temporada. Los
comerciantes invierten en stock, los hoteleros en refacciones y mobiliario, el municipio en
obras, todos en espera de recuperarlo con creces. Los trabajadores de verano, mozos y
camareras, vendedores de comercio, promotoras, mucamas, jardineros, calculan la
fecha de inicio del trabajo. Hay una respiración agitada, una tensión de espera,
encogida como un felino justo antes de saltar.
Después de la
caída del sol se puede observar a los acechantes nocturnos: detrás de un bar
con las sillas apiladas y una luz
agónica sobre la barra, una pareja saca cuentas y evalúa. Un hombre, sentado quieto y
en silencio en el hall a oscuras de un hotel todavía cerrado, me
sorprende, y me mira mirarlo. ¿Meditaba,
recordaba, calculaba? Los locales de
juegos electrónicos, abiertos pero
vacíos, ya relampaguean con sus
luces rojas y azules, y advierten desde
ahora mismo que no permanecerán ni un solo segundo en reposo, que la
estridencia es su naturaleza y la ocupación sin descanso, uno al lado del otro, uno después de otro, en los simuladores de autos de
carreras, en los juegos de
superhéroes, y en los crueles asesinos
que se persiguen con impiedad por las rectas calles virtuales.
Al día siguiente
me recibe el mar esplendoroso de la mañana. Es un día perfecto de la primavera
avanzada. La playa está deliciosamente
solitaria. Allá, lejos, corre un hombre al borde mismo del agua, y para el otro lado, una mujer pasea con su
perro. La playa es mía y el mar se abandona, se me entrega tal como está, manso y azul.
Vuelvo al hotel
a escribir esto, y como el wi fi no llega a mi habitación me instalo en el
desayunador. Pero por esta zona va y
viene, atareada, la encargada, y adonde está ella están sus niños. Los
niños juegan entre ellos, corren entre las sillas, gritan. La encargada quiere
calmarlos, retirarlos de mi cercanía, pero
ellos se empecinan. Se empecinan cada vez con más bríos: saltan de silla
en silla, se empujan, se pelean,
tropiezan, se caen, lloran. La
encargada se disculpa y me invita a instalarme en el hall del primer piso, adonde igualmente llega bien la
señal. Allá voy.
Pero por el hall
pasan los albañiles que trabajan en diversas habitaciones. Suben por las
escaleras con cajas de cerámicas, bajan con alfombras desechadas, suben con
herramientas, bajan con dudas que
resolver con el encargado. Suben y
bajan, bajan y vuelven a subir, y se los oye cortar, lijar, martillar, medir, arrastrar.
Al fin, mis
circunstancias me causan gracia más que
irritación. Dejo todo y por el tiempo que me falta, me refugio en la
playa. En el más perfecto backstage, adonde envuelve y desenvuelve sus olas el perseverante mar, el actor
principal de los montajes de cada año.