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Tal vez como ningún otro género la ciencia ficción necesita alimentarse de la imaginación social para ser creada. Por recordar una vertiente del género sobresaliente durante el S. XX, a partir de un imaginario ilimitado de lo que podría hacerse con la tecnología, y antes y durante la carrera entre Estados Unidos y la URSS por la llegada a la Luna y el dominio del espacio, la ciencia ficción presentaba naves intergalácticas, aventuras cósmicas, pasaje a otras dimensiones de espacio-tiempo, y contacto con extraterrestres o sus invasiones en la Tierra. Pero sin aquella propuesta tan movilizadora de lanzarse al cosmos, y con la aparición de las computadoras y las redes, y de más máquinas para incontables usos, otras vertientes de esa ficción ocuparon los lugares que alcanzar la Luna y viajar a las estrellas fueron dejando vacantes. Ficciones que no escapan del planeta Tierra y que se desarrollan en un mundo desequilibrado (¿el de ficción? ¿el real?) entre fabulosas posibilidades tecnológicas y la vida de la mayoría de la población, sometida a poderes formidables, en ciudades contrastantes de atractivos y de penurias.
Los personajes de las tres series de Netflix que se comentarán aquí (Mejores que nosotros, 3% y Frontera verde) están muy lejos de viajar por el Universo. Al contrario: están anclados en nuestro mundo, sin posibilidad de vivir o de irse a otros mejores recreados en la Tierra o en planetas lejanos. A la fantasía social de estos tiempos sin horizontes emancipadores le es difícil imaginar futuros donde otro mundo u otros mundos cumplan con ese anhelo. No puede haber en estas invenciones un venturoso “después” de las actuales sociedades, sino que al capitalismo le sucede el capitalismo. Y es tan dominante como hoy, con sus poderosas corporaciones y sus gobiernos avenidos a ellas; o más poderoso y más cruel todavía, más destructivo e impiadoso, capaz de arrasar a sus propias poblaciones y devastarlas como enemigo en guerra.
En Mejores que nosotros una avanzada tecnología se inserta en el contexto social y también en las subjetividades, bajo las mismas líneas de enajenación y dominio que sufrimos hoy. ¿Y por qué sería diferente? Perdida hace mucho la idea de que la máquina mejoraría en abstracto la vida humana esta serie muestra que sí lo hacen pero no de una manera inocua, sin que se cobren el control y los cambios que implican, y las violentas consecuencias que se desatan entre los mismos hombres por su posesión. En la serie 3% una mínima parte de la población es dueña de esa avanzada tecnología mientras el 97% carece de ella. En Frontera verde, una serie de tema policial y ambiental no futurista, los últimos refugios del hombre y la Naturaleza en el Amazonas sufren por la intención de dominar sus misterios de vida, las fuerzas secretas de la selva que dan existencia a todo lo que vive en ella. Es que hoy en su sueño del porvenir el sistema solo puede imaginarse a sí mismo tal como es y ofrecer esa pesadilla como alucinación del futuro. Pero (por suerte) su poder está siempre desafiado porque siempre hay quienes se le oponen, seguramente otra íntima pesadilla del sueño del capitalismo.
Aviso de spoilers
Mejores que nosotros
Mejores que nosotros es una serie rusa de 2018 estrenada en Netflix en agosto de este año, con una sola temporada de 16 episodios. Ambientada en un futuro muy próximo presenta excelentes efectos de tecnología: sistemas informáticos omnipresentes, implantes subcutáneos para transmisión de datos, una pulsera mínima que permite múltiples acciones de comunicación, instantáneos intercambios de información en línea, pantallas transparentes que se activan en el aire, hologramas para el trabajo, el estudio y la diversión de los niños, cielos cruzados por drones y avanzadísimos robots para ayuda del hogar y como trabajadores en numerosos espacios.
Justamente la poderosa empresa Cronos, fabricante de robots que se venden masivamente, ha ingresado ilegalmente a Arisa, un prototipo de robot que aún no está aprobado para la venta. Arisa, fabricada en China, es una robot cuya característica distintiva en comparación con los otros es el alto nivel de voluntad propia con el que fue desarrollada, la ausencia de programación de las tres leyes básicas de la robótica y una fuerza violenta que ha sido ocultada. La empresa Cronos y el gobierno tienen el plan de masificar a las Arisas para forzar el retiro de los trabajadores a los 45 años y reemplazarlos por los bots.
ADVERTENCIA
Lxs robots tienen género y son fabricadxs para los mismos roles que se les adjudican a lxs humanxs. Arisa, super inteligente, autónoma, fuerte y violenta, ha sido programada para que cuide a un marido y a unos hijos. Y Viktor Toropov, el CEO de Cronos, tiene un harén de robots femeninas para sus orgías. Las relaciones del patriarcado se recrean intactas en estas máquinas. ¿Que sean robots y no personas cambiaría el carácter de la relación? ¿Se podría decir de estas androides femeninas que sufrirían el patriarcado? ¿Lo sufrirían? Tal vez esta nueva generación de robots se lo podría preguntar a la de Blade runner, que también las fabricó para el placer de los hombres en las alejadas guarniciones interplanetarias.
Mejores que nosotros presenta la relación del ser humano con la máquina, una inquietud observada desde siempre por la ciencia ficción. Estos robots reciben el afecto de los niños y también de los solitarios o de quienes hayan sufrido una pérdida. Una madre cuyo hijo murió puede obtener consuelo con un androide igual al niño muerto; un anciano que vive solo cuenta con la asistencia y la compañía de un bot al que le ha tomado un profundo afecto, y las parejas pueden conformarse entre un humano y una androide (ninguna se ve a la inversa).
Existen también los Exterminadores, una organización de jóvenes militantes que se oponen a los bots y que tienen como ritual de incorporación de un nuevo miembro que mate a uno de ellos. Se los mata con un cuchillo que debe hundirse en el pecho del androide para extirparle el chip que lleva ahí, como un corazón. Es lo más parecido a un crimen de humano. Y como tal la Policía cuenta con una sección de Cibercrímenes que investiga y persigue estos asesinatos.
¿En qué nos cambiaría subjetivamente la relación con un androide? En esta serie los humanos estamos interpelados por los robots a quienes el poder de la empresa y del Estado implantan entre nosotros para sus planes y negocios, que además son llevados adelante con toda la violencia y manipulación necesarias para imponerlos, sufridas de lleno por el acosado protagonista Georgy Safronov y su familia. No es solo que el androide desplaza al humano de su trabajo sino que se entrelaza con él, y puede convertirse en su hijo, su pareja, su entrañable compañía, para suplir las pérdidas, para atenuar la soledad, para cuidar a los vulnerables. Y desde la llegada de Arisa, tal vez una bisnieta de HAL, la supermente de la nave de 2001 Una odisea del espacio, los mismos androides podrían también desarrollar sentimientos, empatizar con los humanos y tomar decisiones según el arriesgado nivel de autonomía con que hayan sido programados.
3%
Se trata de una serie brasileña que se difunde desde 2016 y que ha presentado hasta ahora tres temporadas, la última este año, con aviso de que habrá cuarta y final. Por estar sugerentemente ambientada en Brasil y por su impronta social resulta muy próxima a nuestros ya distópicos presentes y a los imaginarios latinoamericanos.
En un futuro no tan lejano la población del Continente vive en la mayor pobreza, barrios y ciudades completas son océanos de miseria. La población está también totalmente despojada de tecnología desde que hace ya mucho sus fuentes de energía y centros tecnológicos fueron eliminados. Pero cada habitante tiene una vez en la vida la posibilidad de salir de esa miseria: cuando cada uno cumple 20 años puede presentarse al “Proceso”, un sistema de selección que si aprueba le permitirá pasar a El Otro Lado y llegar a Altamar, una paradisíaca isla a la que solo accede ese 3% que cada año cumple la competencia con éxito. En Altamar la vida está garantizada con todas las necesidades cubiertas, las comodidades al alcance de la mano, la belleza del mundo disponible y el dominio sobre el Continente asegurado.
Han pasado más de cien “Procesos” cuando la historia se cuenta, es decir que hace más de un siglo la mayoritaria población hundida en la miseria se ilusiona con ser parte de ese 3%. Bajo el lema “Cada uno es responsable de su propio mérito” hay familias que por generaciones se han presentado a competir con diversa suerte, pastores y creyentes varios que dan fuerzas para hacerlo, fiestas de despedida al partir a la selección porque el que gane deberá cortar toda relación con el Continente y no regresará de Altamar, siendo esto lo corriente y aceptado por todos.
Aceptado por todos pero no por La Causa, la organización que lucha contra el Proceso y contra Altamar. El Proceso es una competencia feroz y destructiva y La Causa ha logrado infiltrarlo con algunos de los suyos para que lleguen a Altamar y atenten contra sus ocupantes, sus recursos o los resortes con que someten al Continente. Altamar somete con la ilusión de poder llegar a ella, con la pobreza que obliga a ocuparse cada día en sobrevivir (suena conocido), con el dominio tecnológico en general, y en particular con el control sobre cada individuo que lleva insertado en la cabeza un chip que determina su identidad y su ubicación y otras informaciones bajo las cuales está siempre observado, vigilado y reprimido.
Algunos de los que se presentan a la selección, Michele, Álvaro, Joana, Rafael, Fernando, irán dejando a la vista sus intenciones o irán cambiando sus objetivos conforme ellos mismos van conociendo la trama y consecuencias de ese proceso. Todo se desarrollará bajo el mando del riguroso Ezequiel, la máxima autoridad para manejarlo, y también para ocultar muchas tensiones existentes en El Otro Lado y muchas de sus miserias autoritarias.
Los personajes están lejos de ser héroes y muestran egocentrismo, envidias, dudas, miedos, se hacen zancadillas y se mienten, pero con todas sus debilidades luchan y se arriesgan.
Avanzada la historia, después de muchas penurias y cortándose sola de directivas de La Causa, Michele logrará conformar La Concha, un sitio en el Continente alternativo a Altamar. Eventos naturales, el castigo que por diversos medios quiere imponerle El Otro Lado y numerosos errores propios (suena conocido) hacen que este proyecto naufrague. Y después de este intento solo cabe esperar que el Continente se subleve, pero habrá que esperar a la próxima temporada para saber si lo hace y si resulta triunfante.
Es una serie que no se sigue por sus grandes efectos o escenarios futuristas, que no tiene, o porque muestre un argumento original sino justamente por lo contrario: por la conocida desigualdad, tan latinoamericana, que la serie ofrece espiar (suponemos) dentro de unos cien años, para encontrarla profundizada; con unos personajes tan despojados que siendo esta una historia de ciencia ficción ellos no tienen computadoras, robots, ciberespacios, redes, no existe una matrix adonde pudieran combatir y por eso no pueden ni siquiera ser ciberpunkies: están solos con sus cuerpos y su capacidad de aliarse a otros, y con las habilidades con las que puedan construir un mínimo transistor o robar o fabricarse un celular del S.XX. También por la ideología de la meritocracia (suena conocida), elevada a suprema máxima de la vida, y por la ilusión de poder salvarse solos, a las que combaten con tozuda perseverancia y buscando caminos alternativos esos que luchan por otro mundo desde hace más de un siglo.
Frontera Verde
Es una miniserie colombiana de ocho episodios. No se trata de una historia futurista pero ciertos elementos mágicos y de misterio la acercan a dimensiones de fantasía. Es también un policial que como tal presenta un caso a resolver pero este interrogante se inserta de manera inteligente y poética en un marco étnico y ambiental. Y asimismo es sobre todo una historia de personajes y de sentidos femeninos.
La detective Helena Poveda ha sido enviada a un lugar en el Amazonas, en la frontera entre Colombia y Brasil, a investigar los crímenes cometidos contra mujeres pertenecientes a una orden religiosa que trabaja en la zona. La misma Helena, nacida en ese lugar, irá también retomando y reconociendo su propia historia mientras se adentra en la selva, acompañada por el policía local Reynaldo Bueno, y conociendo a las etnias aún no contactadas que develan poco a poco las intrigas y los intereses que se disputan o se han disputado, el más grande de todos por el Demonio Blanco. Helena conocerá también a la hermana Raquel, y a Yua y Ushu, los Eternos, un hombre y una mujer de la selva que no envejecen y son sus guardianes.
La selva es mujer. Ella da la vida y la reproduce con generosidad, y ella también es objeto de explotación impiadosa con sus seres, como recuerda la memoria de los caucheros. Joseph, un demonio blanco, quiere los secretos custodiados por Yua y Ushe, los de la fuerza creadora de la selva que mantiene la existencia de todo, para apropiárselos para los peores objetivos de dominación. En esa otra dimensión que da vida a lo existente es donde se dan batallas entre uno y otros, con una intensa poesía visual.
Es un acierto imprescindible que se hablen tikuna y huitoto, idiomas de etnias del Amazonas, y que los personajes de indígenas sean actores naturales, no profesionales, como suele preferirlos el codirector Ciro Guerra, también director de El abrazo de la serpiente.
Cuando al final se sepa quiénes han matado a las hermanas, y cuál es la historia de sí misma que Helena no conocía entrelazada con la extraña aparición de Ushu sin corazón; cuando hayan terminado las batallas en plena selva y también en esa otra dimensión donde se preservan los secretos de la existencia, en el Amazonas se podrá seguir reproduciendo la vida a su manera. De la manera como la selva sabe, con sus tiempos de recreación, sus esperas, la justicia como la imparten sus pueblos, y sus sentidos, tan diferentes a la de los extraños que la invaden y arrasan (nunca más cierto que cuando la serie se estaba estrenando el Amazonas ardía por los incendios provocados por los blancos).
Isabel Garin