viernes

La radio de la mamma

 

No sé yo cuántos serán los que siguen escuchando radio con un aparato de los de antes, con cable para enchufar y también con pilas. En las ciudades, entre los que disponen de Internet,  no serán muchos.  La cosa es que hace un par de meses, estando yo sin conexión, una hermana me prestó una radio de aquellas.

Era la que usaba mi madre. Esta radio fue su gran compañía mucho tiempo, cuando ya no podía seguir la televisión y estaba la mayor parte del tiempo en cama. La tenía siempre en su mesita de luz, al lado suyo. A veces la ponía bajito, un murmullo que nos indicaba, por ejemplo, que estaba despierta; o que tal vez se había dormido con la radio prendida. Otras veces el volumen se le escapaba y de pronto sonaba muy alto, sobresaltando a los demás.  Escuchaba noticias y solía ser la primera en anunciarnos la llegada de tormentas fuertes, crímenes horrendos, aumento de jubilaciones.  Seguía a ciertos conductores y programas y para facilitarle que los sintonizara otro hermano le pintó dos puntitos para encontrar sus preferidos: uno para radio Atlántica y otro para Radio María.  Según su creencia católica rezaba el rosario acompañando el de Radio María, de la que era seguidora fiel. Cuando estaba en esta actividad,  si entrábamos a su habitación  nos pedía silencio y, mejor, que nos retiráramos hasta que hubiera terminado. En algunas ocasiones encontraba o le poníamos música que le gustaba: viejos valsecitos, algún bolero, algunas zambas…La radio era un ancla, una señal de mañanas, tardes y noches, de días de semana y de domingos, de toda esa vida que seguía más allá de su habitación.

Esta es la radio de la mamma, cargada con su escucha, que me tocó volver a  prender. Los puntitos no se han borrado, su memoria tampoco.