En la parada de colectivos un humano espera. La nave que vendrá a buscarlo
lo llevará por la ciudad de sol fundido hasta los habitáculos donde viven los
moradores más pobres de este sistema planetario, allá donde el sol es más
impiadoso todavía y se derrite sobre los techos de chapas. En otros anillos los habitantes tienen
aparatos que enfrían el aire, pero para
gozarlos es necesario disponer de energía, algo que no siempre sucede, y
quedarse encerrado.
Cerca del sol todo quema. Minuto a minuto se licúa la tarde ardiente de enero sobre la vida.
Isabel Garin
Isabel Garin