domingo

Metodología para el envejecimiento de papeles y otras demandas


Esta metodología de envejecimiento tiene aplicación  sobre papeles tales como memos,  notas, avisos comerciales, catálogos, presupuestos, ofertas,  ofrecimientos no solicitados de cualquier tipo,  y otros de índole parecida en formatos impresos, que por algún perverso mecanismo inducen a pensar que puede ser útil conservarlos para alguna hipotética situación futura y que por eso no son arrojados a la basura de inmediato, tal como nace de  un impulso natural que se reprime:

1) Se toma el papel del que se trate y junto con su molesta interpelación se lo guarda en un   cajón o carpeta. En este primer paso es imprescindible que bajo ningún concepto quede a la vista.

2) Luego vuelve uno a sus actividades cotidianas, y personas  y situaciones habituales, y se deja pasar un tiempo más o menos largo, según los ímpetus de limpieza de cada cual.

3) Cuando el tiempo haya transcurrido un día se ejercita la limpieza y cuando se abre el cajón o carpeta se encuentra el papel en cuestión ya envejecido. La nota o memo, el aviso, presupuesto, catálogo, oferta, etc.,  ha perdido  su poder interpelativo y demandante, y  las fechas antes imperativas se han vuelto liberadoramente caducas. 

4) Entonces se lo tira.  Se lo puede tirar con dos sistemas:
a) Hacer un bollo y arrojarlo contra la pared o embocarlo a un cesto.
b) Sostenerlo con una mano y con la otra rasgarlo de arriba abajo; tomar estas dos mitades y volverlas a rasgar de arriba abajo, y proseguir con esta técnica hasta que quede reducido a pequeñas fracciones  irreconocibles.  

NOTA: aunque es más difícil guardarlas en carpetas o cajones esta metodología de envejecimiento también puede emplearse para situaciones y personas. 



jueves

Linchamientos - Ningún hombre es una isla

El cuerpo destrozado de un pibe (tal vez) chorro yace en la calle. Lo han golpeado entre muchos hasta matarlo y ahora yace ensangrentando, ya muerto, un horror obsceno y acusador a la vista  de todos. Los medios repiten su nombre de nadie conocido más que de  algunos allá en su barrio, y que de cualquier modo nadie recordará. Así, sin  que su nombre sea recordado, ha terminado su vida breve y brutal.
Se desatan ahora  vendavales de discusiones y debates que buscan, dicen, entender esta violencia horrenda.  Los debates están cruzados de intereses políticos que se entretejen también obscenamente  en los escenarios mediáticos.  Los que llevan la delantera son los que  justifican esa violencia y ofrecen soluciones policiales  para el expandido “problema de seguridad”, como si fuera posible plantar un policía en cada esquina del país. Juran que más vigilancia terminará con el problema, exigen presupuestos y jurisdicciones policiales,  y comparan con ciudades y circunstancias de las que nada sabemos. Mienten impúdicamente. Para estos facilitadores policiales el problema tiene su raíz en la falta de moral. De moral individual de cada chorro porque, para ellos, cada persona es  una isla. Solo su voluntad aislada, su vida sola, le habrá dado todo el  fundamento sobre la que la ha construido, todos los actos de su existencia son de su exclusiva responsabilidad y no reconocen ningún lazo que  ancle  la isla  al  océano social.
Hay  otros que piensan y dicen  que cada vida es parte de un continente  pero ahora se encuentran en apuros para justificar porqué esas partes se han soltado y navegan a la peor deriva después de tanto tiempo de tantas promesas de protección e  inclusión.  Y ni unos ni otros quieren empezar por  hacer y  reconocer un verdadero diagnóstico: ¿de dónde surgen estas ganas de matar así, como a un chancho, a un hombre  ya reducido y sujetado? ¿dónde se genera esa  violencia de puños y patadas que se descarga con tanta furia? ¿de dónde (no de cuáles barrios, sino de cuáles vidas) vienen esos pibes chorros que aparecen como si fueran  cazadores, cazan  y se  ocultan después en sus selvas, alejadísimos de las vidas de los que claman contra la inseguridad en las pantallas? ¿por qué también muchos de ellos matan  con  facilidad?
Son difíciles y trabajosas las respuestas. Habría que poner mucho empeño y mucha honestidad para contestarlas, pelearse con muchas figuras y mucha gente común de esas que arden de odio,  desarrollar soluciones no inútilmente policiales, combatir la desigualdad social y económica  donde, creo yo, navegan sin curso las vidas breves y brutales, volcar recursos suficientes, atención y trabajo sobre esas existencias antes de que deriven y sobre todo, tener tiempo.  Tener ese tiempo que urge cuando alguien es asesinado, que es imperativo cuando el vecino-potencial asesino reclama, y que es la principal arma de los que vociferan la solución  policial.

  
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
La muerte de cualquiera me afecta 
porque me encuentro unido a toda la humanidad; 
por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas, 
están doblando por ti. 
(John Donn)


Isabel Garin

sábado

De vos, de tú o de usted
Cómo tratar a Pablo Escobar y a Aureliano Buendía



Muerte de Pablo Escobar por Fernando Botero



La telenovela  "Pablo Escobar, el patrón del mal" emitida recientemente en Argentina, ha despertado sorpresa, curiosidad, ríos de tinta, entrevistas, fotos, recuerdos, y debates y análisis políticos,  sociológicos  y morales acerca de su accionar criminal en la Colombia de los ’80 y ’90 tanto como de los apoyos que recibía, y también  acerca del atractivo que sigue ejerciendo ahora mismo.

Pero hay algo más, otra cosa  que tal vez  habrá  sido vista con poca atención: la forma de hablar  en la serie (por suerte no neutralizada) y de utilizar los pronombres  personales. Tal vez no fuera novedad para los seguidores de telenovelas colombianas, de esas en las que todos los personajes tienen dos nombres, pero lo fue para mí.  Aparte  del extraño fraseo de Pablo, el patrón habla  con su familia y sus secuaces de vos o de usted, al igual que  todos quienes aparecen en el numeroso reparto.
La primera vez que los escuché vosearse como si fueran argentinos sufrí un golpe nacionalista en el corazón de mi habla: ¿no era (pensé) que solo en Argentina se utiliza el vos de manera tan extendida y nítida?  Ahí estaban Pablo y el Peluche, y Chili, y el Topo  y Marino, todos utilizando el vos  para la segunda persona  y conjugando los verbos tal como en Argentina: vos podés, alcanzame, correte vos, andate. Cuando no se hablan de vos, se hablan de circunspecto usted. Circunspecto para nosotros, que usamos el usted para marcar respeto o distancia,  al contrario del uso en Colombia  que puede aplicarlo a los vínculos más cercanos: Pablo y su mujer, Patricia, se hablan de usted, igual que  Pablo con su madre o con sus hijos. El uso del vos y del usted puede alternar indistintamente en estas relaciones.
Pero lo que brillaba por su ausencia ante mis deslumbrados ojos, o mejor dicho oídos, era la ausencia absoluta del tú.   Y ante esa ausencia tan sonora que quebraba mi creencia firmemente establecida de que en Colombia se usa el tú,  apelé a mi memoria de colombianos, a los colombianos  que conozco o conocí, tratando de recordar el uso que hacen de la segunda persona del singular. ¿Y a cuáles colombianos conozco? A quiénes va a ser  sino a los Buendía. Sí, a los mismos Buendía que conoce usted o  conocés vos.  Corro entonces a Macondo para hablar con ellos  y  converso con  Úrsula, con José Arcadio, con Amaranta, con Aureliano, y todos me hablan de tú o de usted.  Hay  muchos usted (incluyendo los usted  familiares) y muchos  tú  en los pocos diálogos de su historia, por ejemplo el que escuché entre el coronel Aureliano Buendía y el coronel Gerineldo Márquez:

-Dime una cosa, compadre: ¿por qué estás peleando?
-Porqué ha de ser, compadre – contestó el coronel Gerineldo Márquez – por el gran  partido liberal.
-Dichoso tú que lo sabes – contestó él -. Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta  que estoy peleando por orgullo.

En cambio, no hay un  solo vos.  Ni uno solo a lo largo de los cien años.  Esta  comprobación me daña  la credibilidad  literaria: entonces ¿en qué lugar de Colombia se habla de tú, o peor, el tú será solo literario? ¿y con cuál  segunda persona  del singular canta Shakira o canta  Carlos Vives, que no me acuerdo? ¿se usarán todas las variantes: vos, tú y usted? ¿el vos será muy reciente, tanto que aún no se lo usaba en Macondo? No puede ser, Pablo Escobar ya haría rato que  voseaba cuando  en 1967 apareció el linaje que temía nacer con cola de chancho. 
Vuelvo a Medellín, desconcertada. En Medellín, nadie habla de tú. En Macondo, nadie lo hace de vos. La comprobación me acicatea la curiosidad así que voy derecho a  investigar esta variedad  colombiana:
http://www.academia.edu/5765144/_El_voseo_en_el_espanol_colombiano_evolucion_historica_y_situacion_actual_ y te dejo o les dejo a vos y a ustedes la inquietud de tratar correctamente al patrón y al coronel.





lunes

Golpe adentro - Generaciones del ' 76

Entonces, en 1976,  yo era muy joven y vivía en un pueblo, Veinticinco de Mayo, al que el conflicto social llegaba amortiguado. Aún así el golpe se presentó violento en las calles del pueblo, con armas y retenes en la plaza principal, la comisaría como cuartel, las entradas y salidas cerradas por soldados, y rastrillajes y allanamientos. Se respiraba el aire de la amenaza, latía el peligro,  y de pronto yo  tenía  libros acusatorios en casa y una actividad estudiantil y política que era mejor ocultar, aunque la verdad es que era muy menor  y obligadamente breve, dada mi edad.  Pero un poco más tarde los servicios fueron a casa de mi familia (yo ya me había ido), revisaron la correspondencia de mi madre y le hicieron insistentes preguntas sobre mis hermanos y sobre mí.  Luego iríamos  sabiendo de  compañeros detenidos y ausentes de toda ausencia (todavía sin el nombre “desaparecidos”), de otros que se exiliaban y de otros escondidos o  mudados a lugares alejados de donde habían vivido.  Después conoceríamos la magnitud de lo ocurrido. 

“A mí no me agarraron”, me he repetido como mantra todos estos años. Y “a mí no me pasó nada”, también me he repetido  contra toda evidencia. La evidencia íntima de quien  ha experimentado la amenaza de la tortura y la  muerte atroz como una posibilidad cierta,   de quien quemó  o enterró libros,  de quien supo de detenciones oscuras  y recuerda aquel  silencio   atronador sobre lo que ocurría.  ¿Es que hay alguien  a quien entonces no le haya pasado algo?
A mí no me agarraron pero igual  la vivencia de la dictadura se me quedó adentro.  Muchas veces me he preguntado  si  quienes no vivieron bajo ella, tal vez  muchos de los que hoy preguntan porqué es feriado el 24 de marzo, imaginan cómo es tener interiorizada la amenaza, el miedo constante, la prevención de hablar ante desconocidos,  el cálculo permanente sobre si lo que se está diciendo es, o podría ser, interpretado con el grave adjetivo de “subversivo”.  Y siento alegría por todos los que no han conocido  esta interiorización y deseo que siempre sea así y en  todo caso, si lo saben,  que solo lo sepan contado por la historia.
Y acá estamos, entonces, las generaciones  del `76 padeciendo de Golpe para toda la vida. Honrados y también condenados a nombrar a los desaparecidos para siempre.  Condenados a padecer el `76  con esta memoria de tenazas ardientes sobre la carne, la rabia de haber conocido el miedo y el deseo de no haber tenido esta historia.  
Por eso me miro en el espejo en este día  y  me  reconozco, golpe adentro, como los demás. 






















viernes

El Señor de los Pájaros

Sentado en un banco de Puerto Madero reina el Señor de los Pájaros. Guarda todas sus propiedades en una mochila vieja y desgastada  y lleva puesta  la mayoría de las prendas con que viste o desviste según haga más o menos calor o frío. Conoce a todos los pájaros del cielo  y  no solo los reconoce porque sean palomas, horneros,  benteveos, gorriones o cotorras sino también por sus personalidades.  Los hay desconfiados o confianzudos, prepotentes, simpáticos, ingenuos, atolondrados, amistosos y así, tales como los hombres, toda clase de aves.

A la tarde temprano, cuando los restoranes  terminan de servir el almuerzo y limpian las cocinas, el Señor sale de recorrida ordenada y metódica y pide las sobras en un restorán, en el otro, en el siguiente y en el de más allá. Vuelve con la comida para todos: la propia y la de  sus amados vasallos sobre los que reina magnánimo, miguita a miguita, cáscara por cáscara,  pedacito a pedacito, en el medio de una rueda de pájaros gorjeantes y saltarines que aceptan tomarla de sus manos.  Y el Señor de los Pájaros come entre ellos con la plenitud de las aves del cielo que no siembran ni siegan pero que igual hallan su alimento. 
Al menos, las del cielo de Puerto Madero. 


El Señor de los Pájaros
Graciela Iturbide, 1984

domingo

Enero en algún planeta


Tarde de domingo de enero. El calor no es de este mundo. La ciudad inmóvil, las calles desiertas, la gente desaparecida. ¿En cuál planeta estaremos? Seguro que en alguno muy cerca del sol. En uno donde el sol ablanda el asfalto y caldea las paredes y el aire caliente y sucio que respiramos, y que tiene domingos como los de enero en la Tierra,  vacíos, calurosos, interminables.
En la parada de colectivos un humano espera. La nave que vendrá a buscarlo lo llevará por la ciudad de sol fundido hasta los habitáculos donde viven los moradores más pobres de este sistema planetario, allá donde el sol es más impiadoso todavía y se derrite sobre los techos de chapas.  En otros anillos los habitantes tienen aparatos que enfrían el aire,  pero para gozarlos es necesario disponer de energía, algo que no siempre sucede, y quedarse encerrado.

Cerca del sol todo quema.  Minuto a minuto se licúa la tarde ardiente de enero sobre la vida.


Isabel Garin




martes

In memorian - Juan Gelman



JUAN GELMAN (1930-2014).  Militante, guerrillero, poeta, periodista. Todas las pasó, todas las hizo, todas las vivió, todas las escribió. 




El juego en que andamos


Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.

Si me dieran a elegir, yo elegiría

esta inocencia de no ser un inocente, 
esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados. 

Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte. 












Límites

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí la sed,
hasta aquí el agua?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el aire,
hasta aquí el fuego?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el amor,
hasta aquí el odio?

¿Quién dijo alguna vez: hasta aquí el hombre,
hasta aquí no?

Sólo la esperanza tiene las rodillas nítidas.
Sangran.














viernes

Esperar al cielo

Soy de los afortunados que ahora no  padecen cortes de luz, aunque los he padecido otros veranos. En mi casa todo funciona, al menos hasta ahora.  Es mucho, parece privilegio,  en la ciudad de la furia  que es Buenos Aires.  Recuerda a algunas películas  futuristas en las cuales se pinta negro el porvenir, colapsado, destruido, impiadoso.  La ciudad agobiada por la temperatura, lo está también por el abandono total  de los Sin Luz   por parte de los políticos.  Se han desentendido de actuar  de cualquier manera práctica, y  los bloques K y PRO de la Legislatura no han dado quórum para tratar la emergencia eléctrica en una sesión especial pedida por legisladores del FIT y acompañada por Verde Alameda y MST.  Pero seguramente están maquinando qué hacer con Edesur y con  Edenor que a estas alturas pesan como vacas upa o queman como papas calientes. No es difícil imaginar  las alternativas: un tarifazo en regla, con el argumento de que entonces sí les será posible invertir en infraestructura eléctrica, o estatizarlas, dando una vuelta campana luego de las privatizaciones  noventistas, y cumpliendo la regla de que el Estado privatiza empresas cuando son rentables y las estatiza cuando dejan de serlo. ¿No?

Mientras, doña Edesur y doña Edenor  son un modelo de corte de  rostro. Se lavan olímpicamente las manos operando con  la ausencia por lo cual  no hemos tenido el gusto de ver a algún responsable ofrecer algo: una disculpa, una explicación, una perspectiva, un plazo, un teléfono donde atiendan humanos, unas cuadrillas que además de número suficiente no estén tan lamentablemente tercerizadas. Y no hay ningún plan para una emergencia de este tipo.  No hay nada. Es impresionante la resolución  eléctrico-política para abandonar a los Sin Luz.

¿Y qué se podría hacer  en la  emergencia además de  bailar la desesperada danza de la lluvia que clama al cielo por agua en cada corte de calles?  Algunas ideas fueron planteadas en los proyectos que no tuvieron sesión: eliminar el gasto energético innecesario, como el de marquesinas y carteles, y la iluminación inútil de edificios, y ¡oh!, la de los shoppings, que el lunes 23 festejaron el aquelarre consumista de la Noche de los Shoppings  a toda luz hasta las cuatro de la madrugada mientras innumerables vecinos ya llevaban días sin energía; contratar técnicos electricistas  para aumentar las cuadrillas, contratar equipos electrógenos por comunas y organizar su instalación, entre otros puntos.  ¿Y qué más?

Charlo con  el encargado de mi edificio. Él dice, pensando en el agua: somos 95 mil encargados en Buenos Aires, que manejamos las bombas y los tanques de agua; podrían convocarnos a través  del sindicato para organizar asistencia entre edificios: el que puede llenar su tanque de agua porque tiene electricidad que cargue por medio de algún tubo o caño el tanque del edificio de al lado;  o que convoquen a los bomberos a llevar agua en sus carros.  O que llamen al ejército a que se ponga a trabajar.  Y  no hay  duda que habría muchas cosas que se podrían hacer  en la emergencia, pero no hay ningún plan y no hay ningún responsable interesado en hacer algo. Lo que ha surgido son incontables iniciativas solidarias, de vecinos que se prestan ayuda, como ya ha ocurrido en otras circunstancias. Y bronca en las calles,  que  milagrosamente se contiene todavía  en protestas respetuosas y no se ha desatado  con furia  contra edificios o personas.



Y lo demás es esperar al cielo. 

lunes

LA REUNIÓN DE FIN DE AÑO - Un cuento de bibliotecarios


Se va el último usuario que quedaba y Gloria, la jefa de la biblioteca,  da su asentimiento: que se cierre la puerta y que comiencen los preparativos, y en el acto un movimiento alborotado, de voces altas y arrastrar de muebles, rompe el orden de las mesas alineadas en la sala de lectura, una detrás de otra,  y lo dispone en una sola larguísima mesa,  una al lado de la otra, pegadas; y mientras el  expansivo Juani, que se ocupa de las suscripciones, queda de guardia en la puerta para abrir a los invitados, los unos cuentan lugares y ubican las sillas y las otras van trayendo a la larga  mesa las comidas;  hay de todo: piononos, ensaladas rusas y de otras nacionalidades, pollo frío, un heroico bittel toné, empanadas, fiambres, y más cosas ricas que pareciera que será la última comida, y bebidas diversas,  y fuentes, platos y vasos que cubren  la superficie casi sin dejar espacios libres;  y luego de los ires y venires llega  el momento alegre y desordenado en que todos van a tomar sus asientos: Cata quisiera sentarse enfrente de Martín, pero Martín da vueltas charlando con uno y con otro y se demora, hasta que al fin  parece que se sienta, pero como solo parece, Cata queda en suspenso; a la izquierda de Martín se sienta Gerardo, el de Sistemas, y  al lado de Gerardo se sienta Ana, por distraída casualidad, ya que ninguno de los dos se hubiera buscado como vecino, y al lado de Ana se ubica Mabel, la de Hemeroteca, y al lado de Mabel se sientan Nu y Eve, como llaman a  las mellizas que trabajan en Administración, y a cuya cercanía quisiera mudarse Gerardo justo cuando en esa silla se sienta Mario, el jefe de Administración,  que llegó  invitado por Gloria, la que se ha sentido en deuda con él por el apoyo que le dio este año a la biblioteca y por cuya asistencia debió sofocar varias opiniones en contra de invitarlo, y luego se sienta Gloria  y a su lado Carlos, el que se ocupa  de  mantenimiento, y al lado de Carlos se sienta Susi,  seria y callada,  que es su  expresión de siempre  aunque no se corresponda con la situación, y a su lado Marquitos, que vino con su guitarra para tocar después y a  la que  ha sentado  a su lado,  como si fuera persona,  hasta que a  esa silla la requiere Mary y la guitarra, desplazada, queda apoyada contra la pared,  y en la siguiente Luciana, y en la que sigue Silvina, las dos de Procesos Técnicos, y al lado de Silvina se sienta Alejandro, el de atención al público, y al lado de Alejandro un chico pelirrojo que nadie conoce ni  sabe  por quién vino invitado, y  al lado del desconocido se sienta Alejandro el Magno, como lo llaman para distinguirlo de Alejandro y por cierta vanidad imperial, que le cuesta ocultar,  debido a  la excelencia de sus búsquedas bibliográficas, y al lado del Magno se sienta Richie,  el de la fotocopiadora,  que  guarda la silla de al lado para Juani, que abandona su guardia porque ya entraron todos y queda sentado en la última ubicación libre, a la derecha de Martín, que por fin queda instalado.  Y Cata, ahora sí,  viéndolo definitivamente sentado, inserta una silla a la fuerza entre Susi y Marquitos, apretujándolos,  y  queda ubicada bien enfrente de él.
- ¡Feliz año nuevo! –  saluda  alborozado Juani, vaso en alto y quitándole la primacía a Gloria,  a  todos en general y en particular  a  Richie que está  a su lado,  y Richie saluda al Magno, y éste al chico desconocido,  y éste a Alejandro, y  Alejandro a Silvina, y a Luciana y a Mary,   y de Mary el saludo corre  y pasa  a  Marquitos, a Cata, a Susi, y de Susi a Carlos, y de Carlos a Gloria, y toca hasta al resistido Mario, y luego a Eve, a Nu, a Mabel, a Ana, a Gerardo y a Martín,   en donde  la ronda, ya cumplida, se detiene y se apaga.  Todos sonríen, menos Susi pero no porque esté enojada, y empiezan el intercambio de delicias en los platos.
La biblioteca, silenciosa, ha seguido el  bullicioso brindis desde sus estantes.  Sabe que será tejido en la trama de los días por las manos de todos los que se han saludado. Ya lo ha visto antes y lo seguirá viendo cuando dentro de un año se complete otra vez la ronda  del tiempo que aún no  ha empezado.

Isabel Garin


(Pintura: Tiempo circular - Carolina Tapia)



martes

Una Máquina de Escribir que también afina


Para los que escribieron con máquina, una mecánica y perfecta  máquina, con su perfecto nombre, y recuerdan los nombres de Olivetti y de Remington y de las portátiles Lettera y similares; y para quienes solo han conocido teclados digitales y ven a la Máquina de Escribir en los museos y en las tiendas de antigüedades...una afinada alternativa, ¡que suena muy bien!,  siguiendo el enlace



                                                              Máquina de escribir en concierto