sábado

Que las hay, las hay


Tengo  un compañero de trabajo que es un tipo buenísimo, solidario, inteligente. En la oficina donde trabajamos  somos todas mujeres menos él,  y no sé si es debido a esta condición de inferioridad numérica que  se destaca también por su ausencia de machismo, al menos entre nosotras.
Con estas cualidades me llamaba la atención que algunas veces,  hablando de su casa o de su familia, mencionara a su mujer como “la bruja”. “La bruja” esto o “la bruja” aquello…Esa forma  despreciativa o  agresiva   de llamar a la esposa desentonaba marcadamente en él.
Un día se lo comenté.
Mi compañero hizo un gesto de sorpresa, como si recién reparara en sus expresiones.  Después se sonrió,  y comenzaba a decir algo cuando  otra cosa  nos distrajo y no seguimos la conversación.

Unos días después se enfermó,  y como tenía en su casa unas carpetas que necesitábamos para el trabajo de aquella mañana, fui a  buscarlas.
Me abrió la puerta engripado, tosiendo y con fiebre. Me alcanzó las carpetas pero antes de irme me dijo que quería mostrarme algo. Desapareció en la cocina y volvió con una escoba en la mano. Lo miré sin entender,  con una interrogación.
- Es de mi mujer -  dijo sencillamente.
La escoba no era como las actuales sino con las pajas redondas,  como las  de antes. El palo  era oscuro y liso, y en la mitad estaba lustroso por el roce de las  manos.
- Es la que usa para volar -  me aclaró mi compañero -  desde hace añares.
Después, por señas para no forzar la garganta, me indicó que lo siguiera al patio.  Allí me mostró un caldero que colgaba de un trípode, y con voz ronca me ilustró sobre los usos que le daba la mujer. Un gato renegrido, de feroces ojos amarillos,   apareció de pronto,  no supe de dónde, y se quedó a escuchar la conversación. Como si  la entendiera, ni más ni menos.
Antes de irme  me señaló una capa larga y oscura  colgada detrás de la puerta.
- ¿Y cuántos años tiene? -  pregunté, de puro curiosa.   
- En el documento, la misma que yo -  me contestó él,  despidiéndome, antes de otro acceso de tos.



2 comentarios:

Adriana dijo...

Qué interesante la esposa de tu compañero !! realismo mágico?

Isabel Garin dijo...

Ah, sí! lástima que no la vi personalmente...

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